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Boye

Caratula de "Boye" (2017) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes y adultos

Documental sobre Gonzalo Boye, condenado a 14 años de prisión por colaborar con ETA y abogado en procesos judiciales de gran relevancia mediática.

Ciento treinta y cinco interminables minutos oyendo un monólogo del polémico abogado chileno afincado en España, empresario y editor de la sarcástica revista Mongolia, Gonzalo Boye. Sólo en algún momento una voz en off le plantea alguna pregunta, lo cual es suficiente para que todo el documental presente la forma de una entrevista en la que el entrevistado mira directamente a cámara para dirigirse al espectador. Pero en realidad Boyle habla sin que nadie le interrumpa en ningún momento ni le pida ninguna aclaración que pudiera resultarle incómoda. La película resulta así una auténtica y desmedida apología de Gonzalo Boye, realizada por él mismo, acompañada de un montaje de imágenes de archivo.

Una gran parte de la narración se dedica al proceso por el que fue condenado a más de catorce años de cárcel por el delito de colaboración con ETA en el secuestro del empresario Emiliano Revilla en los años 90. Obviamente Boye se declara totalmente inocente y víctima de un sistema opresor y manipulador.

Trata después algunos casos relevantes en los que ha participado en su calidad de abogado, como el juicio del 11M, la querella contra la administración de George W. Bush por el trato a los presos en la cárcel de Guantánamo, querella contra el Estado de Israel, la defensa internacional de Edward Snowden, el caso Bárcenas, etc.

Boye se presenta a sí mismo como un decidido defensor de los derechos humanos en el mundo, un gran benefactor de la humanidad, “injustamente” descalificado por algunos medios que le reprochan haber colaborado con la banda terrorista ETA en un hecho tan poco respetuoso con los derechos más fundamentales de una persona como es haber mantenido a Revilla en un zulo durante 249 días.

Al final del documental se hace referencia a la revista Mongolia. Boye explica que su responsabilidad en la misma consiste en revisar los contenidos antes de salir a luz, para asegurarse de que no traspasan la línea de lo legal. Así, él mismo acaba dando la mejor síntesis del personaje: No le preocupa si los artículos atentan contra la ética más elemental, sino sólo controlar la legalidad de los mismos para no tener problemas. No hay nada más que añadir, él lo deja bien claro.

 

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