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Mi amigo el gigante

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Todos

Steven Spielberg (Parque Jurásico, La lista de Schindler) rueda con maestría incluso cuando no logra una gran película.

Le pasó con Hook y le ha vuelto a pasar con Mi amigo el gigante.

Adaptación del cuento de Roald Dahl sobre una niña que se hace amiga de un gigante bonachón. Ambos se aliarán con la Reina de Inglaterra para impedir la invasión de los malvados gigantes que pretenden comerse a todos los niños del país. Se trata de un cuento infantil trasladado a la gran pantalla por Melisa Mathinson con mucha fidelidad a la cuento aunque con una parte central algo confusa. Mitad imagen real mitad animación, la historia está llena de bellos momentos poéticos que incluyen los temas clásicos de Spielberg: la fantasía e inocencia de la infancia, la orfandad o la vuelta al hogar.

El equipo técnico, especialmente destacable la fotografía de Kaminski y la música del maestro John Williams, vuelve a lograr notables resultados aunque resulte un producto final falto de alma y personalidad, especialmente por la esa parte central de la obra que se desarrolla en el país de los gigantes.

Por otra parte, en una época donde la animación parece pixarizada se agradece una producto infantil con un planteamiento distinto al estilo de las películas de Pixar (Monstruos S.A., Buscando a Nemo/Dory). Sin embargo, el resultado es un producto confuso en género, ritmo y emoción. En género porque la primera parte de la película se acerca a un tono más misterioso y fantástico, mientras que en la segunda da un giro cómico extraño que aunque pueda recordar a la obra original de Roald Dahl, no funciona como debería. Discutible también la elección de la actriz que hace de niña que junto a la utilización de la cuestionable técnica de animación Stop Motion para recrear a su amigo el gigante, no logran transmitir la emoción necesaria para identificarnos con unos personajes que funcionan mejor fuera del país de los gigantes que dentro de él. En este sentido la recreación de mundos mágicos o extraordinarios, como el de los niños perdidos en Hook, tampoco se construyen con hondura y consistencia y no parecen creíbles. En este sentido Steven Spielberg parece afinar más en la insinuación y descripción visual de esos mundos fantásticos que en la inmersión real en ellos.

Aún así resulta un producto infantil digno, con una estética que recuerda a Harry Potter y que puede funcionar muy bien para niños menores de 10 años. Pero eso sí, sus padres no hallarán esa mirada adulta que suelen encontrar en otras producciones como: The Croods, Cómo entrenar a tu dragón, las cuestionables adaptaciones de películas infantiles a imagen real (El libro de la selva) o cualquier película de Pixar (salvo la saga de Cars y la previsible El viaje de Arlo).

 

 

 

 

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