Crítica:
Público recomendado: Jóvenes-Adultos
Gracias a la distribuidora Pirámide Films ha llegado a las salas españolas Análisis de sangre azul, minoritario largometraje de ficción dirigido por la novel zaragozana Blanca Torres y el cineasta salmantino Gabriel Velázquez (Iceberg, 2011, Ártico, 2014) y protagonizado por el modelo internacional sueco Anders Lindström y el grupo de teatro Arcadia de Huesca.
La crónica del experimento propuesto, también de carácter documental, sigue los pasos de un aristócrata inglés. Tras caer despeñado por los pirineos despierta totalmente desorientado y amnésico en un sanatorio mental a principios del siglo pasado. Allí, el doctor en psiquiatría Pedro Martínez registra en su cámara de 16 mm. las evoluciones de este hombre que ha perdido la orientación y la memoria. Además, las ocultas intenciones del doctor le llevarán a aprovechar la llegada de este misterioso forastero para experimentar y poner en práctica sus teorías evolutivas.
En Guest (2010), el cineasta catalán José Luis Guerín filmaba a la directora belga Chantal Akerman diciendo que “no hay diferencia entre ficción y documental. Una buena película de ficción siempre tiene algo de documental. Y un buen documental siempre tiene algo de ficción”. Unas afirmaciones que no podemos compartir para Análisis de sangre azul.
Nos hallamos ante un peculiar ejercicio de estudio antropológico y etnográfico, que bajo el pretexto del metraje encontrado -que incluye al tiempo filmaciones supuestas de 8 mm.- quiere ser una película médica realizada en los años treinta y ambientada en los pirineos aragoneses y en la sierra salamantina de Béjar, y que, por tanto, abre una ventana a muchas posibles lecturas e interpretaciones.
En este sentido podríamos referir que se trata de una propuesta recreacionismo, a partir de una gestualidad caótica, o de un sofisticado juego metalingüístico. ¿Podría ser la crónica de la salvación de una comunidad con un mesías por medio? En todo caso se trata de cine que, apoyado en el natural concepto de la modernidad, da paso a un carácter ambiguo e incierto en su forma y en su fondo y que, en este caso, sitúa al espectador en un estado de confusión permanente. Podemos pues afirmar que Análisis de sangre azul es un diario videográfico que forma parte de ese otro “cine español” que apuesta por la innovación y por alternativas al tradicional lenguaje cinematográfico, y que por ello no es ni mejor ni peor que el actual. Simplemente es distinto.
Sin embargo, no está tan lejos, en la idea general sobre la amnesia, una referencia nítida hitchcockiana de Recuerda o del trabajo del cineasta francés Eric Valli de su filme documental Himalaya, en lo concerniente al guiño a las películas sobre montañismo. O dicho de otro modo: un acto de amor por recuperar el alma de las montañas y un homenaje a las películas mudas de la época.
Definitivamente a Análisis de sangre azul le falta firmeza, determinación y claridad expositiva; parte de una idea original atractiva pero la cinta cojea en su mensaje sobre la idea del nuevo hombre, de su evolución y tratamiento rural en la época en la que se enmarca, tal vez por intentar desplegar demasiados temas a través de un formato inadecuado o demasiado experimental. Y una cosa es inspirarse en los modelos de cine documental de Flaherty y su Nanuk el esquimal (1922) y Hombres de Arán (1934) y otra bien distinta es tirarse a la piscina en los tiempos actuales a ver si el producto cuaja. Ahí lo dejo.