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Brawl in Cell Block 99

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: adultos

Si no han visto el tráiler de esta película, y no han sentido motivación de verla solo por ese número a lo fase de bonus del Street Fighter 2, con Vince Vaughn reventando un coche con sus manos; o, directamente esa calva tatuada del mencionado actor, mejor aléjense de esta obra.

Si han tenido la suerte de visionar Bone Tomahawk, anterior obra del director que le sirvió para realizar una brutal revisión del neo-western brutalmente violento, ya saben en qué liga juega el señor Zahler. En Sitges fue recibida con una enorme ovación, y así han sido los comentarios: todos coinciden en calificar a esta producción en una de las mejores películas que ha pasado por el festival en años. El divertimento está asegurado para los amantes del exploitation grindhouse de los 70.

La historia nos presenta a un vendedor de droga que es metido en prisión, lugar desde el cual debe luchar para mantener el bienestar de su mujer y su futuro hijo de la amenaza de unos narcotraficantes. La película parece un videojuego, dejando de lado la referencia ya mencionada, estructurada en: “a ver hasta qué punto podemos poner al protagonista en un situación más desesperada, límite, grotesca, salvaje y malsana”. Como si por niveles habláramos, Vaughn se embarca en un viaje al Infierno, en el papel de un peculiar y frío Dante de La divina comedia, pero sin llegar nunca al Paraíso: la película comienza en el Purgatorio, y continúa su descenso hasta el inframundo. Metafóricamente hablando, para que nos entendamos.  Sin embargo la obra tiene un inicio lento, se recrea para la presentación de personajes y cuece a fuego lento la tremenda vorágine de violencia en la que nos sumergirá más adelante. Sin perder ese curioso sentido del humor, Zahler pasa del camaleónico western de terror gore, al drama familiar carcelario bajo un sentido de la brutalidad propia del pulp y grindhouse setentero que tantas delicias hacen en Robert Rodriguez y Quentin Tarantino. Lo más destacable de toda la película es Vince Vaughn y su personaje, totalmente irreconocible y alejado de sus producciones cómica, aquí es un ser frío ser casi impasible y lleno de ira y violencia contenida, que cuando estalla se convierte en una suerte Steven Seagal (pero más creíble). Formalmente comparte muchas similitudes con Frio en Julio (2014) de Jim Mickle, además de contar con la magistral y siempre agradecida presencia del ídolo vivo de los 70, Don Johnson, visualmente guardan cierto parecido así como su tratamiento de la trama: a medio camino entre la parodia y el cine independiente indie.

No es una película para todos los públicos porque, además de contener dosis muy altas y explicitas de violencia, su propuesta y tratamiento temático de aleja de los convencionalismo del cine comercial actual: el regalo para los nostálgicos de aquellas películas de la productora Cannon Group, tales como Cobra, La fuerza del vengador, Contacto Sangriento o Delta Force. Si es fácilmente impresionable o no está aficionado a las producciones que anteriormente se han mencionado es muy posible que esta no sea su película, aunque quizá, si se le da una oportunidad acabe descubriendo que está ante uno de los tortazos más fragantes, bestiales y divertidos del año.

 

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