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El Amparo

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes y adultos

Dignidad, y mucha, es la que hay en los supervivientes de la masacre perpetrada y en el intento de atropello a estos por parte del poder, en el caso de la muerte de 14 pescadores del pueblo de El Amparo (Venezuela), a quienes el ejército y la policía venezolana acribillaron porque, dijeron torticeramente, que eran guerrilleros colombianos que entraron en el país para sabotear infraestructuras.

Ese hecho, ocurrido en 1989, conmovió al entonces niño Rober Calzadilla, quien no ha parado hasta realizar la película El Amparo, presentada a los Premios Goya de este año.

Calzadilla se centra mayormente en los dos únicos vivos de la matanza:  José Augusto Arias y Wolmer Gregorio Pinilla (interpretados por Vicente Quintero y Giovanny García), a los que el gobierno venezolano incriminó también calificándolos de guerrilleros (antes trató de comprarlos con dinero y promesas de bienes si se declaraban culpables de este cargo). Aunque el “cerco emocional” se acreciente y hay momentos de debilidad, ellos no cejan en erigirse inocentes. Y no solo por ellos, sino por defender la honorabilidad de sus compañeros asesinados, que aparecen ante la opinión pública como subversivos.

Ambos están en la prisión del pueblo El Amparo, custodiados por el policía local Mendieta, interpretado por Vicente Peña, que se opone terminantemente a que se los lleve el militar de alta graduación, que viene a por ellos sin haber por medio una orden de la Fiscalía (uno de los momentos determinantes del filme).

Aunque en 1990, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizó un informe recomendando al gobierno venezolano que investigara y sancionara a los autores materiales e intelectuales y que se indemnizara a las víctimas, no se llevó a cabo ningún procedimiento para esclarecer los hechos, aun conociéndose los nombres de los militares y policías que estaban al frente del operativo que acabó con la vida de los pescadores.

La dignidad no solo está presente en la posición inquebrantable de los dos supervivientes y en el jefe de policía local, sino también en las mujeres y padres de los asesinados que exigen que los culpables sean juzgados y que laven el honor de los muertos. Tampoco se pliegan a recibir las ayudas del Gobierno para acallar sus reivindicaciones.

El director Rober Calzadilla ha reconocido que lo que más le “impactó fue la imagen de los dos sobrevivientes diciendo en la televisión: ‘No somos guerrilleros, somos pescadores’”. Esto llevó al director venezolano a embarcarse en su primer largometraje, con el que ha conseguido, el favor de la gente y por el que ha recibido el premio del público en más de 25 festivales de cine, donde se ha presentado este filme.

El Amparo nos habla del protagonismo de personas sencillas que se enfrentan a grandes poderes para reivindicar la verdad y, con ella, la de quienes ya no podían defenderla en esta vida.

 

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