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El bar

Caratula de "El bar"

Crítica:

Público recomendado: Adultos

De humor negro, negrísimo, con tintes apocalípticos y macabros se encuentra la última película del director bilbaíno Alex de la Iglesia (Mi gran noche, Las brujas de Zugarramurdi, Los crímenes de Oxford…), El bar, lugar donde permanecen encerrados varios personajes que han ido el local para tomarse el café matutino, entre ellos los interpretados por Mario Casas, Blanca Suárez, Terele Pávez, Carmen Machi, Jaime Ordoñez, entre otros.

Es primera hora de la mañana, un plano secuencia mantenido con mucho oficio por De la Iglesia, nos presenta a varias personas encaminándose desde distintos lugares de la calle al bar El palentino. Allí toman café otros, servido por la dueña (Terele Pávez) y su ayudante. Uno de ellos termina y sale a la calle. En ese momento, un tiro le revienta la cabeza. Todos los asistentes quedan sobrecogidos. En contra de la mayoría, otro abandona el bar para auxiliar al abatido y recibe otro disparo. El terror y la desconfianza termina por apoderarse de los que quedan dentro, que crece cuando aparece la policía y monta un fuego en la puerta del establecimiento desoyendo la petición de auxilio de quienes están en su interior.
A partir de aquí comienzan, las cábalas de los encerrados para determinar qué ha motivado para que las fuerzas del orden público hayan prendido la fogata en sus mismas narices y les hayan tratado como si no existieran.
Todo se sucede entre los encerrados dando lugar a un montón de situaciones tragicómicas e interpretaciones que van componiendo un escenario en el que todos empiezan a desconfiar, acusar y perseguir “un chivo expiatorio”; la típica respuesta cuando crece el miedo humano. La “ruleta” empieza a rodar y se observa crudamente —con los toques de humor negro de Alex de la Iglesia— como todos ven culpables en el prójimo.
De la Iglesia tiene mucha profesión en sus manos y cabeza, sabe rodar magistralmente esos y otros momentos límites a los que lleva a sus personajes (también es coguionista) en esta cinta que cada vez va abandonando el humor para hacerse más macabra.
Si lo que quería conseguir el director de Perdita Durango era desvelar como nos comportamos los humanos en situaciones extremas, lo ha conseguido plenamente y es verosímil, aunque Elena, interpretado por Blanca Suárez (Perdiendo el norte, Mi gran noche, The Pelayos…), mantiene honrosamente el tipo.
Los actores están bien dirigidos y el montaje da muestra de ello en esta cinta claustrofóbica, que cuenta con una presentación bastante original en diseño y excelente música inicial.
Para los entusiastas de Alex de la Iglesia, tienen cita obligada y para quien desee pasar un buen rato, no siempre lo tendrá en todo su metraje, por los cambios que se producen en la historia, con un final que desprende pesimismo por la condición humana.

 

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