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Ghost in the Shell: El alma de la máquina

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

Ghost in the Shell es la adaptación de un célebre manga obra de Masamune Shirow que ya fue llevada al cine, concretamente al de animación, de la mano de Mamoru Oshii. Para entendernos, entre los amantes de Ghost in the Shell, Shirow y Oshii son poco menos que dos gurús del llamado ciberpunk, una ética y una estética sobre la existencia, el individuo, el hombre y la máquina.

Huelga decir que atreverse a reinterpretar un universo tan delimitado como el de Ghost in the Shell era una empresa arriesgada se mire por donde se mire. Es por esta razón que Hollywood haya optado por una fórmula bien conocida y de probado éxito (casi siempre). Ofrecer una versión neutra, respetando lo elemental, descartando todo lo que pudiera resultar complejo y enfatizando su aspecto técnico y ya que estamos, sensual. No es ningún secreto que buena parte del interés de  Ghost in the Shell reside en el hecho de ver haciendo acrobacias a Scarlett Johansson enfundada en un traje de látex que no deja un ápice a la imaginación.

Así las cosas,  Ghost in the Shell es un producto bastante rutinario a años luz de las complicadas y complejas sugerencias de su original en el papel y el cine animado. En este sentido tiene toda la lógica del mundo que tras la cámara haya un director tan insulso como Rupert Sanders cuyo único logro reside en haber hecho de un film tan insípido como Blancanieves y la leyenda del cazador un éxito de taquilla. Poco más hay que decir en este sentido.

La presencia de actores como Juliette Binoche o Takeshi Kitano y su cuidadísimo diseño de producción que roza el fetichismo no pueden encubrir que este Ghost in the Shell es una versión bastante floja y hasta un pelín rancia del original. El manga de  Shirow y hasta el film de Oshii reflexionaban de una forma bastante inquietante sobre la lánguida fusión un punto nostálgica de la carne y la máquina. Aquí había mucha materia en la que regocijarse para ofrecer un producto mínimamente estimulante sin necesidad de citar explícitamente a William Gibson. Sin embargo Sanders, sus guionistas y productores ha preferido quedarse en la epidermis de lo que estaban abordando seguramente porque sabían (o creían) que hicieran lo que hicieran iban a barrer la taquilla, ¿no? Pues parece ser que no.

La historia de este híbrido  femenino entre lo humano y la máquina experto en operaciones especiales no se ha estrenado con demasiado éxito. El film no ha podido, en su primer fin de semana, superar a El bebé jefazo o La Bella y la bestia. Lo que significa que, en esencia, esto es un fracaso con todas las de la ley. Por si fuera poco la crítica en general tampoco anda muy contenta. Mal asunto.

 

 

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