Crítica:

Público: Adultos-imágenes

 Del guionista de Traffic y el director de Siriana, nos llega una historia dura sobre el negocio de la minería que critica el capitalismo salvaje y alaba a la familia.

Kenny es un fracasado y obsesivo hombre de negocios que se arrastra en busca de un último golpe de suerte. Explorador por herencia familiar se asocia con un geólogo reconocido con la intención desesperada de encontrar oro en las profundidades de la recóndita jungla de Indonesia.

Esta película nos recrea una historia real cuyas ramificaciones cuestionan el sueño americano y desvelan al capitalismo como un sistema social y económico más que cuestionable. Con un guión narrado con saltos hacia atrás y hacia delante se nos presenta una película que aunque no es redonda resulta de gran interés. Como en sus obras anteriores, su director, Stephen Gaghan, pone el foco de atención en los flujos de dinero cómo punto decisivo para explicar el mundo actual. Y este contexto sirve de terreno perfecto para verificar la extendida creencia popular de si el dinero da o no la felicidad.

Un acercamiento al mundo de la economía ambientado en una historia real que esconde una valiosa historia humana. Kenny, este desdichado y alcohólico empresario de la minería, recorre un camino lleno de altibajos que refleja cómo la humanidad no tiene cabida en el mundo feroz de los negocios. Interpretado espléndidamente por un siempre interesante Matthew McConaughey (El lobo de Wall Street), en esta ocasión con una caracterización espectacular: decenas de kilos de más, barriga cervecera muy marcada, pelo pegajoso y patético. Un auténtico esperpento cargado de ternura y misteriosa autenticidad. El recorrido tormentoso de Kenny apunta al ámbito familiar cómo lugar de recuperación del “yo” y, por lo tanto, señala a la familia cómo eje vital de la sociedad. Interesante, cómo lo cotidiano, esa rutina fatigosa de la que tantos personajes quieren huir, puede descubrirse como una mina de oro que espera ser descubierta.

Muy destacable también cómo se describe lo que sucede cuando se encuentra oro: “No se puede explicar con palabras. El auténtico prospector (buscador de oro) se levanta cada día con la extraña seguridad de que está ahí fuera esperándole”; como si dentro de la naturaleza humana estuviera insertada la necesidad de descubrir algo decisivo para ser felices.

Una película de excesos y ambición, que critica el sueño americano y alaba a la familia como el verdadero tesoro a encontrar.