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John Wick 2: Pacto de sangre

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: jóvenes y adultos

En 2014, el director estadounidense Chad Stahelski codirigió junto con David Leitch John Wick (2014), una película que pasó bastante desapercibida entre un público entregado a otras películas del mismo año, como Boyhood (R. Linklater) e Interstellar (C. Nolan). John Wick, pues, pasó por las carteleras de nuestro país sin mayor pena ni gloria.

En este 2017, Stahelski ha decidido realizar una apuesta arriesgada y volver a aventurarse a retomar a un intrascendente John Wick, Keanu Reeves (Speed, The Matrix), para ofrecernos John Wick 2: Pacto de sangre, la segunda entrega de la saga que gira en torno a un asesino retirado que se las tuvo que ver con la mafia rusa en la primera parte y que, en esta ocasión, deberá saldar una cuenta pendiente que le une a un mafioso italiano, al que da vida el actor italiano Riccardo Scamarcio (Tre metri sopra il cielo, 2004). En esta segunda parte, Keanu Reeves vuelve a convertirse en un asesino a medio camino entre James Bond y Jason Bourne: combina clase, traje, armas y la capacidad de dejar a su paso una cantidad inaudita de cadáveres, pero sin el carisma y clase de Bond y la intriga de la saga Bourne. Wick es una imitación de ambos personajes, pero sin acabar de cuajar: el espectador se percata, al acabar la película, de que el único objetivo de la película es el de intentar que John Wick se convierta en un personaje más del imaginario colectivo del cine. Pero no, Reeves, no consigue escapar del aura de Neo, protagonista de The Matrix, y que cautivó a un público entregado. No obstante, John Wick 2: Pacto de sangre tiene escenas trepidantes, persecuciones tanto en coche como en moto, peleas, puñetazos, patadas; mafiosos rusos, italianos y una sociedad de criminales. Tiene de todo, sí, pero le falta lo más importante: algo novedoso dentro del género. Porque la escena inicial de persecución por una ciudad ya está más que vista; porque la imposibilidad de huir de un mundo en el que gobierna la pistola y en el que se deben favores ya hace años que nos los sabemos de memoria; porque el protagonista es un personaje plano e incapaz de conquistarnos, porque el papel del criminal retirado que se ve obligado a volver a seguir las huellas del pasado es un tópico, porque… y podríamos seguir.

Escojan esta película si quieren disfrutar de una velada en la que no se levantarán del asiento y verán disparos cada dos por tres, ya que es una película pensada precisamente para esto: el espectador no se aburrirá en ningún momento. Y, aún menos, cuando la película transcurre en escenarios tan espectaculares como Roma y Nueva York, pero, eso sí, no esperen nada nuevo bajo el sol ni tampoco esperen una película capaz de durar en la memoria más de una hora. Lo mejor, sin duda, los tiroteos.

 

 

 

 

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