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La Guerra del Planeta de los Simios

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes, adultos

Pocos podían imaginar que la serie de precuelas del clásico de ciencia-ficción El Planeta de los Simios (1968) iba a depararnos tan buenos resultados. Con La guerra del Planeta de los Simios la saga concluye (aparentemente) con la mejor de sus entregas.

Continúa el enfrentamiento entre humanos y simios por hacerse con la hegemonía del planeta. Un desquiciado militar, llamado simplemente El Coronel, busca a César, líder de los simios, porque considera que su muerte supondrá la rendición de su especie. César rehúye la confrontación, pero los actos de El Coronel le arrastrarán hacia la guerra.

Esta tercera precuela (segunda dirigida por Matt Reeves) culmina el desarrollo del personaje de César, ya de por sí fascinante en las anteriores películas, pero que en esta adquiere un aura mítica, incluso resonancias bíblicas. No en vano, la historia remite claramente al Éxodo, y César así se convierte en el Moisés que libera a su pueblo del cautiverio y los guía por una larga travesía por el desierto (mencionado literalmente) hacia la tierra prometida. Y todo ello partiendo de un perfil psicológico claro, basado en lo sucedido previamente, y con unas motivaciones claras y entendibles. En ese sentido, cabe también destacar la lucha interna de César con su tendencia vengativa, representada por el fantasma de Koba (el simio al que derrotó en la segunda parte, que inició la guerra con los humanos).

Es realmente destacable la interpretación de César que hace Andy Serkis, vía la tecnología de captura de movimientos. La perfección técnica de los simios digitales llega a tal nivel que cuesta creer que no sean animales reales.

Por otro lado, Matt Reeves ofrece toda una lección de dirección cinematográfica, mostrando unas enormes cualidades para crear atmósferas visuales fascinantes, desarrollar un tempo adecuado para la narración, y manejar los recursos visuales y sonoros en beneficio de  lo que se quiere contar.

La película indaga hasta el fondo en la metáfora que subyace en toda la saga: la humanización de los simios es el reflejo, a su vez, de la deshumanización del hombre (enfatizada por Reeves en los animalescos gritos guturales del ejército humano). La humanidad queda definida no ya por la capacidad de hablar y pensar, como cree El Coronel, sino por la capacidad de compasión y sacrificio (de ahí la pelea interna de César entre su lado animal y su lado humano); eso también da pie a referencias al cristianismo: El Coronel lleva un crucifijo y se declara cristiano, pero no se comporta como tal. Mientras que César se sacrifica por su gente, es literalmente crucificado en cierto momento y hasta recibe una flecha en el costado.

En definitiva, una inteligente propuesta que aúna cine comercial espectacular con una historia inteligente y provocadora, todo ello narrado con un alto nivel de realización cinematográfica. Una de las mejores películas del año para aquellos sin prejuicios por el cine fantástico.

 

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