Crítica:

Público recomendado: jóvenes / Adultos

La librería es la última película de la directora catalana Isabel Coixet, conocida por obras tan dispares como su reciente Aprendiendo a conducir y Nadie quiere la noche.

La historia, ambientada en Inglaterra en 1959, trae la historia de una mujer enviudada que decide abrir una librería en un antiguo edificio de un pueblecito de costa, Hardborough. Sin embargo, este movimiento no cuenta con la aprobación de un fuerte sector de la población, que considera que es mejor respetar el edificio para otro tipo de usos. Así, la trama se desarrolla en torno a la batalla de esta mujer por asentarse, por la aceptación y por poder llevar a cabo dignamente un oficio en la librería.

La película sigue una narrativa sencilla y fácilmente asumible, aunque se desarrolla con una distensión manida, que infesta especialmente los diálogos, llevándolos a parecer hilos de lana que tienden de un nudo a otro en una red de acciones convenientemente acordadas.

A un nivel más profundo, las conclusiones que de la trama puedan sacarse resultan, en cierto modo, imprecisas: la propuesta más clara que pueda encontrarse orbita en torno al sobreponerse a fuerzas opresoras, con poco más allá que un “todo vale”.

En definitiva, La librería trae la historia de un período de conflictos en un entorno rural del que no se puede distinguir un sentido claro, con joyitas y piedras por el camino, pero con una biblioteca de personajes demasiado manidos para que pueda exprimírsele un jugo provechoso.