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La wedding planner

Caratula de "La wedding planner"

Crítica:

Público recomendado: adultos

Algunos momentos de buen humor y ciertos personajes atípicos son lo más significativo e interesante de la comedia francesa La wedding planner, interpretada, dirigida y coescrita por la actriz gala de origen tunecino Reem Kherici.

Mathias (Nicolas Duvauchelle: Malaterra, Huérfana, Hábleme de Usted…) y su mejor amigo salen de copas y recalan en una discoteca donde hay una fiesta de disfraces. Allí se le insinúa Juliette y tienen un contacto sexual. A la mañana siguiente, la novia de Mathias, Alexia (Julia Piaton: Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?…), descubre entre la ropa de él una tarjeta de una empresa organizadora de bodas. Ella cree que es una declaración implícita de su novio para celebrar su matrimonio, que venía persiguiendo y, loca de alegría, arrastra a su prometido a la empresa organizadora. Allí se encontrará ella con una antigua amiga del colegio y él con una situación incómoda.

El tono de comedia de toda la cinta tiene algunos ribetes dramáticos con la situación familiar de Juliette (Reem Kherici: París a toda costa…), pues la abandonó su padre, su madre es alcohólica y acoge a mendigos en la casa de su hija, en la que ella vive también. Juliette se lo recrimina pero no parece dispuesta a cambiar. Como tampoco en lo relativo a sus responsabilidades profesionales, puesto que “ayuda” a su hija y a la socia de esta en la empresa con resultados casi siempre catastróficos (la escena de una de las ceremonias en una iglesia termina hilarante y esperpénticamente).

Como realizan todo tipo de enlaces, no podía faltar el de dos homosexuales que quieren unir su boda a la de sus respectivos perros, heterosexuales, como ellos puntualizan. Sin palabras.

Se suceden gags con chispa como el del intrépido Mathias que, en plena elección de lugares para celebrar el matrimonio, “salva” a Juliette y Alexia de la mordedura de una serpiente, pero su actuación no resulta nada convincente por lo que provoca.

El tono desenfado del filme tiene un sustrato donde observamos la inconsistencia de las relaciones de pareja, aderezadas de infidelidades y fundamentadas únicamente en la atracción física. Recorriendo esta senda hasta el final, se apuesta por relaciones cortoplacista, basadas en lo físico, pero alejadas de renuncias altruistas que favorezcan un camino común entre los miembros de la pareja. Entra el cálculo (el mejor amigo de Mathias es el mejor exponente), donde en base a conjeturas y teorías no tiene sentido hacer planes de futuro y lo único satisfactorio y adecuado es el aquí y ahora en contactos esporádicos.

 

 

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