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Smoking Club

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: jóvenes y adultos

La ópera prima en España está más fuerte que nunca, pues cada vez más, varias productoras deciden arriesgar por nuevos y tenaces cineastas que levanten el testigo de sus inspiraciones. Ahí tenemos la esperada película de Eduardo Casanova, Pieles; o la primera incursión en la dirección del guionista de La cara oculta y Rertornados,  Hatem Khraiche llamada Orbita 9; y la esperadísima película novel de Sergio G. Sánchez , El secreto de Marrowbone, conocido por películas como El orfanato o Palmeras en la nieve. Reconforta saber que las apuestas por los nuevos cineastas españoles es cada vez mayor, aunque uno pueda observar cierto favoritismo en ciertos casos, como los mencionados anteriormente, pues otros jóvenes entusiastas a pesar de tener la opción siempre tienen problemas para encontrar con la clave de triunfar: una buena distribuidora. Es el caso que nos ocupa, pues el joven Alberto Utrera cuya ópera prima aspira a tener un estreno muy limitado y un paso por la salas más bien discreto, a pesar de tener una película interesante, con una premisa estética y temática muy atractiva.

La película que nos ocupa trata de un peculiar club donde se vende cannabis aprovechando ciertos vacíos legales del sistema español, pero donde las cosas están a punto de llegar a un máximo emocional debido a una serie de circunstancias que alteran la calma de sus peculiares parroquianos, en un lugar regido por nada menos que 129 normas. La película es el resultado experimental al introducir el tratamiento espacio temporal de Sidney Lumet de Antes que el diablo sepa que has muerto ambientado en el pub Winchester de Shaun of the Dead, pues la historia está contada de forma episódica variando los puntos de vista en situaciones que ocurren al mismo tiempo que otras: un Pulp Fiction a pequeña escala, narrativamente hablando. Estéticamente resulta atractiva por atreverse a hacer cosas nuevas, con estilos videocliperos a lo Tony Scott o Guy  Ritchie, pero aportando una historia que bien podría ser una metáfora moderna sobre la sociedad actual, tratando temas como la tolerancia o la libertad: resulta irónico que en un club de libertad haya 129 normas. Utrera aporta un retrato del protagonista construido con ingenio, convirtiendo el club en una muestra de su personalidad interior, y una especie de sociedad utópica donde nada pueda salir mal; y a cada personaje en una inquietud de su persona. El estilo gamberro oculta una cara humanista de la trama que, cuando se deja ver, hace ganar enteros a un película con ganas de entrar con fuerza en el panorama cinematográfico español. Sin embargo, y como suele ocurrir en muchos nóveles, el ritmo en varios ocasiones se estanca al alargar demasiado ciertas situaciones, o centrar las acciones de la secuencia en diálogos que no aportan demasiado al trama. Ocurre principalmente en los primeros minutos de la película, donde la presentación de los personajes no termina de engañar al 100% al espectador. Se nota demasiado que algunos de estos roles son meras inspiraciones exteriores, o que simplemente están ahí para resaltar lo estrambótico del lugar.

Visualmente hablado, como ya hemos dicho más arriba, la estética videoclip domina en todo el metraje, con tomas cortas o el uso de ciertos efectos propios de canciones epilépticas. Con todo, para el neofóbico puede resultar un recurso molesto, pero resulta interesante el tratamiento que se hace de varias escenas con esta modalidad. En cuanto a los actores, sin demasiada experiencia en los largometrajes pues muchos provienen de cortos (sin que esto sea visto como algo negativo) están correctos, y aportan credibilidad, aunque como suele ocurrir en muchos casos, existe una sobreteatralidad algo antinatural.

En conclusión, una ópera prima interesante, con muchas cualidades tanto en el ámbito narrativo como en el visual, pero con defectos propios de un novel al estancar la acción en varios puntos del metraje. Con todo, la película entretiene y hace reflexionar sobre las libertades del ser humano, y la aceptación de los demás con sus cualidades y sus defectos. Sin duda, un director al que seguir la pista, pues puede dar muy buenos frutos en un futuro cercano.

 

 

 

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