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Algo celosa

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Sobre el afecto a uno mismo y a los demás y, también sobre la envidia del bien ajeno, llega a nuestras pantallas la película de los hermanos David y Stéphane Floenkinos (La delicadeza…) Algo celosa, una comedia en la que ambos cineastas franceses reflexionan en clave de humor sobre las carencias vivenciales que determinan modos obsesivos de vivir, que encaminan hacia el aislamiento a quienes las padecen.

Nathalie Pêcheux (Karin Viard: Grandes familias, La familia Belier, Polisse…) es una profesora de humanidades divorciada que vive con su hija (Anaïs Demoustier: Caprice, Luces de París, Bird people…), la cual prepara una prueba para ingresar en la plantilla de ballet de una importante compañía parisina.

A sabiendas de lo esencial que es para su hija esa cita, Nathalie es incapaz de empatizar con ella y la incordia con menudencias que no vienen al caso y que descentran y agotan a la muchacha en discusiones con su madre. Pero no solo es su hija la diana de sus cargantes comentarios irónicos y, en ocasiones, prepotentes, sino que los va repartiendo entre compañeros de trabajo, su jefe, su exmarido e, incluso, su mejor amiga (Anne Dorval: Mommy, Miraculum, Yo maté a mi madre…).

Esta última la invita a cenar a su casa, porque le quiere presentar a un amigo de su marido (Bruno Todeschini: La próxima piel). Al conocerle, parece abrirse en Nathalie una rendija en sus obsesiones y en su falta de empatía con las personas que la rodean y quieren, pero otro exabrupto celoso viene a dar al traste cuando ella le invita a cenar a su casa y, en un momento dado, su hija hace acto de presencia.

En clave satírica, los hermanos Foenkinos, también coguionistas, llevan a su personaje principal, Nathalie, a recorrer un camino que la conduce a la soledad, pues sus celos provocan sus comentarios mordaces y grotescos y, consecuentemente, sus enfrentamientos con todos los que la rodean.

Al darse cuenta de que su amargura ha rebasado todo tipo de límites y que no puede vivir así, decide poner remedio a su situación y, los hermanos Foenkinos, eligen para ella que su salida sea ir a la piscina a nadar y apuntarse a yoga. Ante una enorme crisis existencial de su personaje principal, David y Stéphane, no parecen vislumbrar mejores remedios que los descritos.

En definitiva, la comedia torna en esperpento, pero no ya en Nathalie, sino en la propia deriva a la que lleven a su personaje los hermanos franceses, a pesar de que se sirva con humor tragicómico negro, negrísimo. Como pretender curar un cáncer con tiritas.

 

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