Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Ha nacido una estrella

Crítica

Público recomendado: Adultos

Ha nacido una estrella es un nuevo remake de la historia de un artista consagrado que descubre y se enamora de una joven con un talento descomunal y le abre el camino de la fama, mientras él entra en declive.

La primera A star is born es de 1937, dirigida por William Wellman; en 1954, George Cukor dirigió a Judy Garland y James Mason; en 1976, Frank Pierson hizo lo propio con Barbara Streisand y Kris Kristofferson. Ahora, Bradley Cooper dirige este remake en el que él interpreta a Jackson Maine, un famoso cantante de country rock que descubre, en un local de drag Queens, la voz de Ally (Lady Gaga), quien además de cantar, compone sus propias canciones. Jackson decide abrir el camino de Ally junto a él, hasta que uno de los grandes productores pop se fija en ella y le ofrece el camino del superestrellato.

Los actores están todos excelentes, el trabajo de Lady Gaga, muy alabado por Cooper, es sensacional. No solo ella, sino también el propio director es el que pone la voz en sus canciones, lo que le obligó a realizar un enorme esfuerzo para aprender a cantar de verdad, tras el cual, afirmó admirar mucho más a los cantantes, pues no imaginaba él la dificultad que encierra el arte de la voz y la tenacidad que se requiere para dominarlo.

La sensación que persiguió Cooper de hacer creíbles a sus personajes y sus canciones queda lograda, con la salvedad que provocan siempre las películas en que aparece el ascenso meteórico de un artista. Es quizá la falsedad más obvia, y la más difícil de evitar: no hay ascensos sin trabajos oscuros y sin cientos o miles de horas de ensayos. El inicio de la película, bien es cierto, es el contexto de un oscuro origen para un artista, pero quizá la escena musical más lograda, el primer dueto de Jackson Maine y Ally, es casi imposible de lograr en la realidad. Sucede, solo cuando sucede y si es que sucede, tras miles de horas de vuelo. La pega es menor, repitamos, pero deja en el aire una sensación de que el talento, por sí solo, es el ingrediente del éxito, lo que ciertamente no se corresponde con la realidad de la carrera de los músicos, por mucho éxito que tengan. Porque estos éxitos repentinos, que se producen como si los dioses del olimpo rock tocasen y escogiesen a un artista entre un millón, parece que llegaran sin costes asociados, sin renuncias, como si fuesen algo esperado o merecido.

Los personajes, tanto Jackson Maine, como Ally están bien trabajados y a ello ayudan otros secundarios importantes: Bobby, el hermano de Jack, (Sam Elliot) nos ayuda a ir comprendiendo las heridas de infancia de Jack, que tienen obviamente, su peso en el presente; el padre de Ally, entusiasta del talento de su hija, o el mánager Rez gavron que introduce en el desarrollo de Ally una nueva “ética” del trabajo del artista, más despiadada e impersonal.

Todos estos temas, por tanto, están dentro del película: el talento, el arte, la espontaneidad o el trabajo duro, la integridad de un artista y su papel como transmisor de un mensaje, las presiones de la industria, las adicciones, el triunfo, los traumas de la infancia, etc., pero ante todo nos hallamos en una compleja relación de amor entre hombre y mujer, en la que encontramos la necesaria gratuidad de todo amor. Jackson es famoso, pero sin Ally no tiene a dónde ir; y Ally no ama a Jackson porque sea adorable, o porque le deba su carrera artística. Le ama sin razones, por eso su amor es verdadero.

 

 

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad