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La monja

Caratula de "La monja"

Crítica

Público recomendado: Jóvenes

Hay que reconocer que todas las películas surgidas del “universo Warren” son poco menos que un acontecimiento cuando llega el momento de estrenarlas. La cosa empezó con Expediente Warren, la mejor del conjunto, no hay duda. De ahí brotó Annabelle (mala) y Annabelle: Creation (contra todo pronóstico, mucho mejor). Después vino Expediente Warren 2. El caso Enfield (estimable) y de ahí ha emergido La monja. Como sucedía con Annabelle, La monja es un spin-off de Expediente Warren. En este caso concreto, de su secuela, para rizar el rizo un poco más.

El objetivo es muy sencillo, estirar los momentos más terroríficos de, en esta ocasión, Expediente Warren 2. En aquella película hizo su aparición estelar una inquietante monja, terrorífica hasta el delirio que era, con mucho, lo mejor de la propuesta. La monja trata de contarnos los orígenes de ese personaje, que para más detalles, era un ente demoniaco llamado Valak. A parecer, este demonio en particular existe, al menos en el libro sobre demonología más famoso del catolicismo, La llave menor de Salomón. Eso sí, no se tiene constancia de que tuviera forma de mujer o de monja, al contrario, en el libro se describía como un niño con alas sobre un dragón de dos cabeza. Pero la propuesta del film, como planteamiento dramático puede que resultara más efectivo que un niño halado a lomo de un dragón bicéfalo al frente de 38 legiones de demonios, como puntualiza La llave menor de Salomón.

 

Tal vez por esto, lo que en esencia propone La monja sea muy básico, quizá demasiado. Su argumento podría resumirse en una frase: una monja se suicida y un sacerdote y una novicia viajan hasta una abadía rumana para comprobar qué ha sucedido. Huelga decir que desde el primer momento está claro que ahí pasa algo raro lo que por otro lado no supone sorpresa alguna. Es verdad que puede que el espectador católico quede encantado con la visión que se da de la Iglesia como única arma capaz de acabar con el demonio en cuestión pero lo que yo no sé es si la cosa va a compensar en una película tan irregular y con algunas escenas de impacto importantes para según qué estómagos.

El principal problema de La monja es su nulo esfuerzo por ofrecer algo remotamente interesante y preferir quedarse en lo manido. Es evidente a todas luces que el material sobre el que se partía era rico en posibilidades y su director, Corin Hardy, ya había demostrado en su ópera prima The Hallow que es un director con posibilidades que conoce el género. Sin embargo, sus responsables parecen haberse conformado con hacer una película de sustos y nada más. Y esto es un problema porque puede que para los que nos gusta el cine de terror la cinta nos parezca digna, eso es cierto, pero para los amantes del cine en general, La monja es más de lo mismo, sin nada que destacar, salvo olvidar.

 

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