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Operación huracán

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Todos los públicos

Un nuevo filme de catástrofes visita nuestras pantallas: Operación huracán, de Rob Cohen, director, guionista y productor estadounidense, responsable de filmes como Corazón de Dragón, XXX y La momia. La tumba del emperador.En este hay mucha lluvia, efectos especiales y volvemos a encontrarnos con Ben Cross, el actor inglés que en 1981 fuera atleta para clasificarse en los juegos olímpicos de 1924 en Carros de Fuego, cinta que obtuvo cuatro Oscar a la mejor película, guion, música (Vangelis) y producción.

Con la que nos ocupa ahora —serían un dislate las comparaciones—, hace un papel secundario de comisario de policía en una pequeña ciudad de Alabama por la que va a pasar un huracán de escala 5. Del fenómeno atmosférico, Will Rutledge (Toby Kebbell: La isla calavera, Ben-Hur, El consejero…), meteorólogo y experto en estos fenómenos, vaticina como uno de los más catastróficos de los últimos tiempos.

En el lugar, hay también un edificio federal encargado de destruir dinero retirado del mercado. Para este fin, llegan al lugar un convoy de camiones cargados de billetes, comandados por la agente federal Casey Corbyn (Maggie Grace: Venganza 3, Noche y día, Sed de venganza…) y, sin conexión con ella, un grupo de individuos (¿Pura coincidencia?) con un “plan”.

El filme se sube al “carro” de los vientos actuales proclives al protagonismo de la mujer en facetas varias (asumir el mando, conducir un tráiler, tirotearse con delincuentes y mantenerlos a raya, entrar en el ojo del huracán…), o incorporar nuevas sensibilidades sociales al cine, como las alusiones al cambio climático que realiza el meteorólogo Will con relación al incremento en la violencia destructiva de los ciclones.

Operación huracán se cimenta en notables efectos especiales, a los que acompaña también la calidad del sonido, que dan verosimilitud a la vivencia del tifón por los protagonistas y antagonistas. Le resta credibilidad a la historia, la suficiencia con que abordan las dificultades algunos de los héroes, como Will, que más parece un marine encubierto que un científico pausado y cerebral, y su hermano Perkins (Ralph Inesso: La bruja, Grandes esperanzas, Rady player one…) que, aunque fue militar, vive inmerso en una crisis personal.

Esta prepotencia se exhibe también en declaraciones fanfarronas y en diálogos simples, que no sencillos, que transitan por manidos territorios. Convendría que alguien aconsejara a los guionistas de este tipo de argumentos que estos ganarían bastante con algo más de enjundia en los parlamentos (no hablamos de ser más sofisticados) de los personajes, porque les harían más interesantes e imprevisibles y marcando distancias de los “lugares comunes” en los que nos tienen acostumbrados una buena parte de producción cinematográfica del género.

 

 

 

 

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