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Viaje al cuarto de una madre

Caratula de ""

Crítica

Público recomendado: Todos

Tras recibir el Premio de la Juventud en el reciente Festival  de San Sebastián llega a nuestras pantallas la opera prima de Celia Rico Clavellino. La debutante directora sevillana solo tenía en su haber un corto estrenado en la Berlinale –Luisa no está en casa-, sobre una anciana –interpretada por Asunción Balaguer- a la que se le rompe una lavadora provocando cambios en su vida cotidiana que van a desconcertar a su machista esposo, encarnado por Fernando Guillén.

Parece oportuno traer a colación este cortometraje porque, si se compara con la película que ahora nos ocupa, se pone de manifiesto un interés personal de la directora por la situación de tantas mujeres que se sienten solas por dentro a pesar de estar acompañadas por fuera. Porque Viaje al cuarto de una madretrata de una mujer madura, Estrella (Lola Dueñas), que ha enviudado recientemente y que vive con su hija veinteañera, Leonor (Anna Castillo). Se acompañan y llevan bien hasta que Leonor anuncia su intención de irse a Londres a trabajar de au-pairy aprender inglés. A partir de ese momento, las cosas van cambiar entre ellas.

Viaje al cuarto de una madrees minimalista, no simplemente por una cuestión de presupuesto, sino porque quiere mostrar el estrecho y claustrofóbico entorno familiar en el que Estrella y Leonor parecen tenerse solo la una a la otra. En realidad Leonor quiere crecer y volar, pero Estrella no le deja: intenta curar su duelo con el cariño de su hija a la que protege en exceso y vampiriza sin querer. La quiere poseer para sentirse afectivamente segura. Con la excusa de cuidarla, en realidad se está cuidando a sí misma. En fin, el pan nuestro de cada día. Pero Celia Rico ama a sus personajes, les entiende, no les juzga, les apoya y trata de salvar. Por eso el film nos ofrece un final abierto, en el que brilla una esperanza real para cada una de ellas. No hay nada artificioso en él: ni puntos de giro sorprendentes, ni ritmo sincopado, ni momentos melodramáticos, ni desenlaces heroicos. Es austera y comedida como la vida de sus personajes, pero también auténtica y veraz, y es por ello que el espectador se siente como en casa, viendo retratada su vida, o la de su hija, o la de su vecina… pero con el amor que introdujeron en el cine primero Chaplin y luego los neorrealistas italianos. Lola Dueñas y Anna Castillo ofrecen una interpretación naturalista impecable, en la que los silencios y las miradas son más importantes que los diálogos y parlamentos. Una hermosa historia de amor materno-filial y de segundas oportunidades.

 

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