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Mientras duermes

Caratula de "Mientras duermes" (2011) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

A todos les llega el momento de madurar y parece que el de Jaume Balagueró ya está aquí. Aún tiene que pulir su nueva postura, si es que decide prolongarla, pero salta a la vista que las intenciones y las obsesiones del director catalán han sufrido una sensible transformación.

El que fuera, tal vez, el director español que más y mejor representaba el posmodernismo, parece estar haciéndose otra preguntas, o por lo menos, parece estar planteándoselas de otra forma. Tras haber hecho templar las taquillas de media España con [REC] y [REC]2, Jaume Balagueró parece haber abandonado, por el momento, el cine fantástico para tratar de aproximarse un poco más a la realidad. En cierto modo, Mientras duermes, último largometraje de Balagueró, es un retorno a su ópera primea, la inquietante Los sin nombre, aunque con la diferencia de que si aquella película flirteaba a través de su lenguaje con el género fantástico, en Mientras duermes, el empeño de Balagueró de resultar verosímil, algo más cotidiano es su nota predominante. Y el primer problema viene precisamente de aquí. Tengo la sensación de que Jaume Balagueró se mueve mucho mejor por entornos opresivos de pesadilla que por decorados más realistas. Porque lo cierto es que Mientras duermes, sin llegar a ser una cinta plana, sí que adolece de cierta densidad interna, algo que paradójicamente, venía siendo uno de los puntos fuertes del cine de Balagueró.

No obstante que nadie se llame a engaño, Mientras duermes no es una mala película y muchísimo menos aburrida. La cinta de Jaume Balagueró nos cuenta la inquietante historia de César (un magnífico Luis Tosar), un conserje de turbio pasado que parece estar obsesionado con una joven vecina, Clara (Marta Etura). Primero tendremos la sensación de que César está silenciosamente enamorado de ella, pero conforme avanza la trama nos iremos dando cuenta de que el asunto no es tan sencillo. Y es aquí, precisamente donde radica el que quizá sea el aspecto más interesante de Mientras duermes. El largometraje de Balagueró arranca con César en lo alto de un cornisa a punto de lanzarse al vacío preguntándose por qué no puede ser feliz. Y de hecho, es muy curioso cómo en una película como Mientras duermes, se puede llegar a hablar tanto de la felicidad. El matiz en este caso, y más tratándose de una película de Jaume Balagueró, que siempre ha estado muy interesado por la morfología del mal, es que la felicidad de César vendrá alimentada únicamente a través de las desgracias de los demás, y muy especialmente de las desgracias de Clara.

Y es que, Mientras duermes, a pesar de su estética gris y de sus personajes aparentemente oscuros, es una cinta que se hace ciertas preguntas muy interesantes sobre el mal, pero también sobre la felicidad. Lo curioso del caso, y aquí radica también el acierto de la cinta de Balagueró, pero también su falta de brillantez, pues no termina de aportar nada nuevo, es que felicidad y maldad, al menos desde la óptica de Balagueró, no son términos antagónicos. O lo que viene a ser lo mismo, bien y mal no son conceptos ajenos el uno del otro. Ósea, más o menos lo mismo de siempre y además sin el regusto narrativo y visual habitual de su director, tal vez por esto Mientras duermes se quede a mitad de camino.

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