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Quackerz

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Familiar.  

 En una lejana isla de China, unos patos mandarines viven pacíficamente hasta que son invadidos de forma accidental por una banda de patos militares. Al no aceptarse entre ellos dará lugar una guerra fría, hasta que Longway, el hijo del Emperador chino, es raptado por una malvada hechicera que busca acabar con el mágico “Pato del Sol”, para poder vivir eternamente. Así, los dos clanes de patos deberán unir sus fuerzas para salvarle y recuperar la luz del sol.  

 Viktor Lakisov se estrena como director de animación con Quackerz, una idea original del productor de la misma, Vsevolod Zorin. Juntos, crean una historia que visualmente recuerda al videojuego de gran éxito de 2001, Jak and Daxter, creado por Naughty Dog, conocido actualmente por otras sagas como Uncharted o The Last of Us. No sabemos si realmente cogieron parte de la inspiración de los personajes y de los ambientes en ellos, pero no podemos evitar ver una gran similitud en el diseño y carácter de los mismos. A su vez, esto nos lleva a otro detalle destacable, y es que el propio protagonista de la historia, Longway, dedica la mayor parte de su tiempo a jugar con su consola, e incluso en ciertos momentos, el film se desenvuelve mediante escenarios que crean la sensación de estar pasando de nivel en un videojuego, como por ejemplo el uso de planos subjetivos, lo que en principio podría ser un guiño a lo comentado anteriormente.  

 En cuanto a la técnica de animación nos encontramos ante un nivel bastante elevado. No es perfecta, pero sus movimientos son suaves y los fondos son bastante bonitos. Debemos partir de la base de que los colores y texturas son difíciles de conseguir, pero el estudio se desenvuelve con facilidad a la hora de recrear las escenas y crea una buena combinación con ellos, sobre todo con el juego de la luz. Los personajes se integran a la perfección con cada cambio de iluminación y se percibe de forma natural. Los rayos inciden en ellos creando unas sombras muy definidas y con tonalidades distintas en función del tipo de fuente, como la luz del sol, de una bombilla o de la luna.  

 Por otro lado, el film llama mucho la atención por los riesgos que toma. No es muy común utilizar encuadres con partes enfocadas y desenfocadas, o crear sensación de profundidad en los planos, pero los efectos utilizados se llevan a cabo de forma eficaz y el resultado es un producto original y  distintivo, mucho más parecido a una producción de actores reales que a una de animación.  A su vez, la mezcla de primeros planos y planos generales establece un buen ritmo. No obstante, Quackerz carece de un elemento bastante importante, y este es el storytelling. Necesita un gancho, un empujón que permita que su historia llegue al público. La idea de la película no era mala, pero sí su desarrollo. Al principio va demasiado deprisa, pero resulta pedante al tratar continuamente un mismo tema, después se recrea en escenas que no poseen importancia o que no son relevantes para la narración, y eso da lugar a pérdida del interés por parte del espectador.  

 En resumen, este film está bastante conseguido, con un estilo muy diferente y con un mensaje positivo para la audiencia de menor edad, como el valor de la amistad, la aceptación a los demás y la valentía. Los personajes, sin embargo, aún necesitan mucho trabajo, sobre todo en sus expresiones faciales y en la profundidad de los mismos. A su vez, el uso de clichés y “casualidades” que resuelven problemas no resulta creíble y por ello no conecta del todo con su público, resultando así en una película más de animación, y limitando la posibilidad de conseguir un reconocimiento internacional en esta industria.  

 

 

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