Crítica:

Público recomendado: todos 

Un don excepcional es un drama familiar dirigido por Marc Webb y protagonizado por Chris Evans y la emergente McKenna Grace en los papeles de un hombre soltero  y su sobrina superdotada, de la que toma la custodia.

En la película se aborda el tema de la superdotación intelectual relacionándola con cuestiones como las perspectivas de futuro, el compromiso con el mundo, la vida social en torno a la diferencia y las expectativas sobre uno mismo.

Así, la película trata principalmente, en un duelo por la custodia de la niña, cuál es el mejor contexto para el desarrollo de su vida: academias de élite, espacios en los que pueda sacar partido a su inteligencia, o, más bien, lugares más normales, donde vivir una rutina más corriente, relacionándose con otros niños normales y sin un nivel económico necesariamente desorbitado.

Así, entre estos dos planteamientos generales, la película propone un debate. Sin embargo, las constantes “americanadas” en las que cae, con un guión que busca fluir desesperadamente, sin dejar una huella necesariamente verídica a través de las escenas, pudiendo caer en el absurdo en muchas ocasiones, provocan que la película pierda seriedad o, posiblemente, incidencia en los planteamientos que trae.

El film abarca preguntas existenciales, sobre el sentido mismo de la vida y su origen; contraponiendo dos mundos, uno más sencillo y el otro más orientado al éxito y al compromiso; y con alguna cuestión lanzada directamente al espectador: “¿Nos interesa que nuestro nombre brille para siempre?” a la que cabe añadir “¿Por qué?”.

En general, Un don excepcional es una película disfrutable y fácil de ver, con planteamientos interesantes, pero demasiado arropada por una fluidez narrativa que desprovee de realismo y humanidad.