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Expediente 64

Caratula de ""

Crítica

Público Recomendado: Adultos

Ya se dijo alguna vez, y con miedo de resultar repetitivo y falto de ideas no veo mal recordar las premisas que uno usa para que calen con más quietud en el tiempo: Dinamarca es única haciendo thrillers. Maestros de la imagen fría, el sonido dietético, la narración precisa como un cirujano que examina el cuerpo del crimen. No hace mucho se anunció que Estados Unidos se encargaría de realizar el remake de la obra The Guilty (anunciado en una crítica anterior, como si de una lectura premonitoria se tratara), el ejemplar film de suspense dirigido por Gustav Möller, donde se nos recuerda la importancia de un buen diseño de sonido, un ingenioso guion que no trata al espectador como un lelo, y una eficaz interpretación. Los casos del Departamento Q, como extensión de la buena racha de estrenos daneses, si bien es verdad parten de la base comenzada por los films de David Fincher, adquieren una dimensión propia porque, seamos sinceros: el frío sienta muy bien al thriller, ya sea por sus paisajes bucólicos que transmiten la misma sensación amenazadora de una helada mortal. Las novelas de Jussi Adler-Olsen han sido muy bien adaptadas, y esta cuarta no iba a ser menos: efectiva, bien contada, sólida y muy entretenida.

La trama nos trae de vuelta a los detectives de las anteriores entregas, que en este caso deben enfrentarse a un peculiar acontecimiento: el descubrimiento de tres cuerpos momificados tras una falsa pared. El abandono del aire ciertamente de telefilm se ha visto beneficiado por una buen buena factura técnica, donde su actual director tiene la culpa: no es la primera película que enfrenta a Christoffer Boe al thriller, pues a sus espaldas carga con una lista de obras muy notables. En el caso presente se pierde el aire personal, siendo el mensaje más global, con conspiración incluida y trama política de regalo, muy del estilo de esos thrillers americanos de los 80 y principios de los 90 sobre conspiraciones gubernamentales. Puede que haya perdido la frescura de sus anteriores entregas, pero sigue siendo un atractivo juguete de entretenimiento, con una espléndida narración y unos personajes carismáticos. Asesinatos más macabros y truculentos, y algún que otro giro de guion que si bien chirria, no molesta lo más mínimo: ese pacto silencioso entre espectador y director, el cual se deja engañar por este segundo sin tomarle el pelo o venderle humo.

Buenas interpretaciones, una potencia visual importante que acompañan a un texto adictivo, contrapartida al éxito mundial de Stieg Larsson. Una buena alternativa para los que buscan misterio con contenido y buenas insuflas del mejor cine negro.

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