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Galveston

Caratula de "Galveston"

Crítica

Público Recomendado: Adulto

Hace solo dos años, el cine español golpeaba a la gran pantalla con una cinta de venganza seca, implacable, directa, sin moralina y con una contundencia que hace tiempo no se veía en nuestro cine patrio. Tarde para la ira fue una obra de ejemplar sencillez que nos devolvía la pasión por la reflexión de la violencia intrínseca en el ser humano, como buen thriller de venganza. Es casi paradójico que este género tuviera su máximo apogeo en la serie B de los 70 y las cintas exploitation de rape and revenge como La violencia del sexo, Violación en el último tren de la noche o La última casa a la izquierda. De igual forma, fue el tema favorito en las películas de Sergio Leone o de Sam Peckinpah, donde la violencia adquiría un sentido coreográfico cargado de belleza y brutalidad. La actualidad de este género resulta una mezcla de ambas vertientes y por ello podemos encontrar en las carteleras, por un lado la brutal y despiadada cinta Revenge (Coralie Fargeat, 2017) o la presente cinta: Galveston, más comedida y correcta que la anteriormente mencionada, con muchos aciertos, algún que otro exceso de carga clichera y con unas actuaciones formidables.

La cinta nos presenta a Roy Cady, un asesino con cáncer que tiene cuentas que resolver, pero que en su camino se encontrará con una joven que amenaza con cambiar su violenta visión del mundo. Uno de los primeros problemas que aparecen en la película es su intento forzado de humanizar a los personajes, aunque no haya necesidad: queremos que ese personaje violento se convierta en una figura ejemplar pero que la vida ha maltratado. A uno se le viene a la cabeza aquella Frío en julio (Jim Mickle, 2014) donde cada personaje es peor que el anterior y todos acaban siendo una panda de desgraciados violentos, algo coherente con lo que trataba de evidenciar el director, sin por ello perder un ápice de humanismo. En esta adaptación del libro de  Nic Pizzolatto (creador de la serie de la HBO True Detective), todo resulta blando, sin la fuerza suficiente para considerarse tan inmisericorde como sus intenciones apuntaban en un principio. No obstante, el resultado de una buena dirección (esa joven y talentosa directora y actriz europea, Mélanie Laurent) consiguen sacar la cinta de un guion demasiado falto de resultados para sus intenciones planteadas.

Al plantel de actores no hay nada que achacarles: Ben Foster, como ya es costumbre en este joven actor,  da un recital interpretativo acorde con su perfil de actuación. Ellen Fanning sigue ganando puntos para convertirse en la actriz más talentosa de su generación; su elección de cintas arriesgadas e interpretaciones muy comprometidas la vanaglorian para alcanzar una madurez actoral brillante.

En definitiva, una película sin demasiada fuerza, que cumple a medias con sus objetivos, pero que resulta entretenida, con unas actuaciones principales muy destacables y una buena dirección.

 

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