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Insidious. La última llave

Insidious. La última llave regular

Público recomendado: Adultos

Por definición, una cuarta entrega rara vez suele ser señal de algo bueno. Y más aún si estamos ante una saga cuya prolongación se advirtió, desde el principio, a todas luces innecesaria. Es un secreto a voces que toda secuela tiene como único objetivo estirar un éxito mientras éste aguante de modo que supongo que sería inútil culpar a nadie. Al fin y al cabo, si hemos llegado a una cuarta entrega de Insidious es porque hemos ido a ver las anteriores.

El primer Insidious fue una película resultona y en muchos sentidos, fresca, porque revelaba un cine de terror esencialmente clásico y al mismo tiempo atrevido y hasta osado. De hecho, aquel minúsculo film se convirtió durante una temporada en uno de los largometrajes más rentables del momento. Con una inversión de poco más de un millón y medio de dólares la película consiguió amasar cerca de cien. Todo un negociazo.

Pero sobre todo, Insidious fue la presentación en sociedad de un director al que los fans del género ya teníamos fichado. James Wan no había reventado aún ninguna taquilla pero sí que nos había dejado helados con títulos como Saw o Silencio desde el mal.  De todos modos fue Expediente Warren, hasta la fecha, su mejor película, el film que generó todo una especia de universo en torno al “estilo Wan”. Sagas como la de la mismísima Saw (que va por su octava entrega), Annabelle o la que nos ocupa no son más que intentos, por lo general infructuosos, de reproducir el “toque Wan” en el cine de terror.

Por lo general, estas continuaciones suelen venir dirigidas por ebirrios que han trabajado mano a mano con Wan como fue el caso del montador de Saw, Kevin Greutert, director de Saw VI y VII, del director de fotografía de Insidious y Expediente Warren, John R. Leonetti, director de Annabelle o del guionista de Saw y actor habitual en las cintas de Wan, Leigh Whannell, director de Insidious. Capítulo 3.

Puntualmente, no obstante, cae alguna secuela o similar que termina firmando algún director no directamente vinculado con el “universo Wan”. Ese fue el caso de David F. Shandberg, realizador de Annabelle. Creation que dignificó, y mucho, la primera entrega de la salga de la muñeca diabólica.

Para Insidious. La última llave también se ha contado con un director ajeno al “universo Wan”, Adam Robitel, un guionista formado en otra saga de mucho cuidado, Paranormal Activity. Robitel, es un experto en estirar chicles como escritor de la quinta y sexta entrega de la citada franquicia de casas encantadas.

La cuestión es que en esencia, Insidious. La última llave es eso, una estirada de chicle sin demasiado sentido aunque llevada con toda la dignidad que se le podía exigir a semejante producto. La justita. Este Insidious seguramente gustará a los amantes del género por sus sustos de rigor y por respetar hasta cierto punto el film original. Sin embargo, no es menos cierto que la película de Robitel no añade absolutamente nada a lo ya propuesto por Wan en su primera película. Es más, Insidious. La última llave no es más que una sistemática repetición, casi al dictado de los aciertos del film original y una exacerbación casi caricaturesca de sus defectos.

Ramón Monedero

 

Ficha técnica:

(Insidious. The Last Key)

(Estados Unidos, 2018)

Dirección: Adam Robitel

Interpretación: Lin Shaye (Elise Rainier), Leigh Whannell (Specs), Angus Sampson (Tucker), Kirk Acevedo (Ted Garza), Caitlin Gerard (Imogen Rainier) y Spencer Locke (Melissa Rainier).

Duración: 103 min.

Distribuidora: Sony Pictures

Género: Terror

 

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