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Jeannette, la infancia de Juan de Arco

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

Dudo mucho al valorar Jeanette. ¿Una obra es buena solo con que trate de una vida ejemplar, de una santa como Juana de Arco?

¿Cómo medir la calidad de una película que rechaza los criterios habituales de la acción, de héroe-antihéroe, de planteamiento-nudo-desenlace, de arco de transformación de los protagonistas, etc?

En Jeanette, prácticamente no pasa nada. Como no pasaba “nada” en la vida de los campesinos durante miles de años. Pero Jeanette, con sus menos de diez años, vive una terrible pena que la consume. La angustia de Jeanette es una angustia patriótica, la de ver su patria invadida por los ingleses y a los franceses divididos entre ellos. Pero le angustia también la cobardía de los hombres, también de sus familiares, el hambre de los niños del pueblo, la sordera de Dios, la incapacidad de la acción humana frente a las olas de maldad que asolan el mundo. Son problemas actuales, y que nos chocan verlos expresados con dureza por una niña tan pequeña que los vive en su carne.

Jeannette es un musical atípico, experimental, que combina la prosa poética de Charles Péguy, con unas coreografías muy básicas, bastante naifs, y con música hardcore, numetalera y electrónica.

El intento es encomiable, el concepto no tiene una pega, pero el resultado es minoritario. Nada que objetar a ello, por otra parte. El director, Bruno Dumont, reafirma varias de sus convicciones más profundas sobre el arte en esta complicada película, como su predilección por actores amateurs frente a profesionales, y su interés por transmitir una determinada visión de la vida, más que por reflejar la realidad.

Dumont ha adaptado dos obras de Charles Péguy sobre Juana de Arco. La primera la escribió antes de convertirse al catolicismo, en 1897. Y Dumont, que por trayectoria es hombre interesado por las preguntas religiosas, pero desde una perspectiva atea, se acerca a Juana a través de Péguy. Péguy es uno de estos autores que cuestan. Su prosa es lenta, laboriosa, repetitiva, como la los primeros tragedistas griegos, muy discursiva, poco inclinada a la acción. Obliga al lector a efectuar una apuesta, un compromiso. Esfuérzate, lector, parece decir Péguy, como yo me he esforzados y seguro que te compensa. Aquí empieza la apuesta arriesgada. Jeanette es una niña de algo menos de diez años con una angustia espiritual terrible. Los diálogos de Péguy, adaptados, al menos recortados, son de una hondura que hoy nos choca en una niña tan pequeña. Pero haciendo cuentas con la realidad, el drama de Jeanette no es distinto del de los pastorcitos de Fátima: niños de 7,9 y 10 años en una aldea perdida afirman haber visto a la Virgen y tener un mensaje de ella. Finalmente han tenido razón; los ignoraron, pero tuvieron razón, a Juana la quemaron, pero tenía razón; dos pastorcitos murieron siendo niños, casi de sufrimiento por su misión, incomprendidos, o solos, pero tenían razón.

Y la prosa poética de Péguy se mezcla, por obra del director con la música de Igorrr, un artista experimentador que combina música electrónica, numetal, barroca, etc. No es una música fácil, pues la base musical y la línea vocal se superponen casi como agua y aceite, en paralelo, sin molestarse, pero apenas sin juntarse.

Decimos que el intento merece la pena. Y el resultado, si lo miramos con conciencia militante, de los que apuestan por causas importantes, entonces es francamente positivo. Siempre que sepamos que viendo Jeannette no vamos a ver La Guerra de las Galaxias.

 

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