Crítica
Público recomendado: Adultos
Mi obra maestra es la última película del argentino Gastón Duprat, director de El ciudadano ilustre y El hombre de al lado.
La cinta, comedia con manchurrones de humor negro, se articula en torno al mundo del arte y las galerías, con los personaje de Renzo, un pintor referente en decadencia, y Arturo, un galerista empeñado en rescatar a su amigo del olvido y la desidia.
El film cuenta con una buena ristra de divertidísimos diálogos bien defendidos por el elenco principal (huelga de un Raúl Arévalo que parece haberse colado en una fiesta que no mucho le llama), que no falla en traer más de una carcajada.
Y no todo es risa: en la cinta se amasan debates críticos en torno a temas como el capitalismo, la honestidad y el deber cívico, e incluso la eutanasia. El equilibrio (o desequilibrio) entre la calidez de la comedia y la frialdad del apunte crítico logra que el film se despegue del rato entretenido para ofrecer una reflexión que, aun así, puede llegar a quedar rebajada por descontextualización y falta de compromiso (severo) con el drama de la realidad, pero que, salvando las exigencias, está bien entonada.