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Miamor perdido

Caratula de ""

Crítica

Público Recomendado: Jóvenes y Adultos

El pasado 14 de diciembre los cines españoles recibían el último trabajo del especialista en la comedia, Emilio Martínez-Lázaro,

Miamor perdido, burda propuesta fílmica sobre las relaciones de pareja, que distribuye Sony.

La historia sigue los pasos de Mario (Dani Rovira) y Olivia (Michelle Jenner), quienes se enamoran locamente. Una tarde, planteándose que toda relación se acaba, terminan rompiendo. Durante la gran bronca, Miamor, el gato callejero adoptado por ambos y que sólo atiende si le hablan en valenciano, se escapa y desaparece, como el amor que los unía. Durante un tiempo Olivia dará por muerto al amor y al minino, mientras Mario lo mantiene con vida a escondidas.

Como el experimento del gato de Schrödinger o paradoja de Schrödinger, el amor entre los dos permanece vivo y muerto al mismo tiempo hasta que, un buen día en el que parece haber resucitado definitivamente, Olivia se siente víctima de un engaño y decide declararle a Mario la guerra, una en la que, como en el amor que aún respira, todo puede valer.

De nuevo el cine español muestra su lado más visceral a través de la comedia de trazos gruesos -por no utilizar un lenguaje menos políticamente correcto-, estilo al que por cierto ya nos tiene acostumbrados el director, Emilio Martínez-Lázaro, responsable de las dos aventuras sobre los Ocho apellidos y otros trabajos sobre los lados de la cama… Este esperpento, trufado de sal gorda, ordinario, con desnudos… no puede ni debe considerarse digno representante del séptimo arte.

A pesar de narrar la típica historia sentimentaloide entre treinteañeros, vista cientos de veces en el cine, y de su cursilería argumental -en la que ha participado Clara, la hija de Martínez-Lázaro, ciertamente el realizador de 73 años consigue sacarle partido a la química entre sus actores principales, con destellos de algún secundario. La cinta también tiene a su favor un arranque bueno, una puesta en escena correcta y un tempo que presagiaba “algo” de chicha, no digamos, alma, en la película. Pero es pedir demasiado.

El caso es que el ritmo funciona a trompicones y la historia da de sí… lo que da de sí. O dicho de otro modo: Miamor perdido no se toma en serio a sí misma. No quiero decir que como cine de ocio y diversión y evasión no funcione. Simplemente Martínez-Lázaro ha hecho una propuesta de comedia ligera, basta y fofa, que dejará satisfechas las expectativas de ese público que consume cine de comedia y que acepta sin mayores problemas el humor negro.

No obstante, quiero alertarles sobre este tipo de comedia, porque a pesar de la sinceridad con que muestra sus cartas Martínez-Lázaro, Miamor perdido es de esas que perjudican seriamente la salud. Salvo que les gusten que les tomen el pelo.

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