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Ola de crímenes

Caratula de "Ola de crímenes"

Crítica

Público recomendado: Jóvenes y adultos

El pasado 5 de octubre los cines españoles recibían Ola de crímenes, último trabajo de la laureada directora de cine madrileña de 56 años, Gracia Querejeta, de cuya distribución responde Universal.

La película sigue las andanzas de Leyre. Es una joven ama de casa divorciada que lleva una vida acomodada. Pero todo se vuelve patas arriba cuando su hijo adolescente mata en un arrebato de ira a su padre. Decidida a hacer lo imposible para proteger a su hijo, Leyre termina desatando una caótica ola de crímenes en la ciudad de Bilbao. Mientras, la nueva esposa del difunto y su implacable abogada tratan de ocultar la jugosa trama de corrupción en la que se hallan inmersas. A ello se suma la perseverancia de la pareja de inspectores de la Ertzaintza encargados del caso.

Resulta llamativo y sorprendente. Aunque no sé muy bien de qué manera podría calificar a este despropósito audiovisual, repleto de estrellas del panorama cinematográfico patrio que deambulan por la pantalla sin aportar nada, por no emplear palabras más gruesas. Máxime si quien firma la historia es la reputada Gracia Querejeta, referente en el cine actual por su capacidad para afrontar con sabiduría e inteligencia la ausencia de la figura paterna, como lo demuestran sus excelentes trabajos Héctor (2004), Siete mesas de billar francés (2007) o 15 años y un día (2013).

En estos momentos, salvo la elaborada y reciente El mejor verano de mi vida (2018), prácticamente no podemos encontrar una película que asuma el riesgo de considerarse comedia sin caer en la grosería o el esperpento, que es lo que despliega Ola de crímenes.

Tal vez el guión inconexo de Luis Marías (ganador de un Goya por Mensaka en 1999) contribuya de modo definitivo a que esa cadena de sucesos absurdos pueda explicarse.

Además ni el tono ni los diálogos son uniformes, ni la presunta alocada comedia hace gracia en algún instante. Si acaso subyace un feminismo ramplón que no viene a cuento. A ver, gags sí hay, pero son de un estrato social muy pasado de rosca y, sobre todo, no terminan nunca de convencer porque el filme no sabe aprovechar el sentido de lo absurdo. Y si encima no se hace bien, te estrellas. Y, desgraciadamente, Ola de crímenes se ha estrellado.

En resumen, pincha Querejeta en su primera incursión en este tipo de cine y convierte a Ola de crímenes en una bufonada zafia, sin chispa, grotesca y mediocre por lo que se recomienda al espectador que prescinda de ver producto tan anodino. ¡Qué decepción!

 

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