Crítica

En los Juegos Paralímpicos para Discapacitados Intelectuales del 2000 en Sidney, la selección española de baloncesto hizo trampas:

llevó a la final, ganada, a un equipo compuesto por solo dos jugadores que cumplían con los requisitos, pues los 10 restantes eran personas sin discapacidad intelectual. Les quitaron la medalla de oro, salvo a los dos miembros legales. Con esta mentiroso bochorno, nuestros “amigos” y vecinos franceses han realizado una película, Todos a una, dirigida y coescrita por Vianney Lebasque (Les petits princes), en la que 10 tramposos y 2 legales representan a la selección francesa de baloncesto en la Olimpiada Paralímpica de Sidney.

Todo empieza cuando Martin (Jean-Pierre Darroussin: Fanny, Las nieves del Klimanjaro, 22 balas…) decide engañar a la Federación Francesa de Baloncesto para no perder la subvención y participar en las olimpiadas paralímpicas de Sidney del 2000. Como no tiene suficientes deportistas con discapacidad mental, decide, junto con su ayudante, hacer una prueba de selección para completar el equipo. Para no levantar sospechas, deben “actuar” como deficientes mentales y llegan a pasar por tales sin que ni siquiera sospeche la psicóloga del equipo Julia (Camélia Jordana: Toda tuya, Bird people, Una razón brillante...). En la ciudad australiana, ellos serán los más “eficaces” en ganar partidos, llegando incluso a la final, que ganan.

A esta película  de Lebasque la han calificado de los “Campeones franceses”, pero no hay más similitudes con la española de Javier Fesser, pues en esta todos eran discapacitados.

Por su parte, los galos tramposos, además de ganar partidos, procuran también ganar dinero, utilizando la genialidad para el juego de uno de los discapacitados, al tiempo que se dedican a “ligar” con otras deportistas. Con el trato con los dos discapacitados, llegan a encariñarse y a tener detalles de afecto, como el intento de Pippo (Olivier Barthélémy: Mike, Nuestro día llegará, Sheitan…) de que una atleta bese a Freddy (Vincent Chalambert), uno de los discapacitados, pagándola dinero.

Aparte de este y algún otro momento entrañable y de algunos momentos cómicos, donde se suelta algo la risa, Todos a una resulta una elección para pasar un rato agradable sin mayores pretensiones y “alimentar” la tirria a nuestros vecinos del otro lado de los Pirineos.