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El Profesor (Detachment)

Público recomendado: Adultos
El director Tony Kaye, que sorprendió hace 14 años con American History X, vuelva a afrontar la emergencia educativa con esta obra de madurez escrita por el debutante Carl Lund. Henry Barthes (Adrien Brody) es un profesor que trabaja como sustituto, y por ello nunca permanece el suficiente tiempo en un centro como para mantener una relación afectiva estable con sus alumnos o sus compañeros. Un día llega a un instituto donde una frustrada dirección ha dejado que reine el caos, la violencia y la desmotivación de docentes y alumnos. Pero Barthes tiene una ventaja: comparte la experiencia de dolor y confusión de sus alumnos, y por ello les entiende mejor que los otros profesores. Por otra parte, el profesor conoce casualmente a una menor que se prostituye, y a la que decide ayudar. Un encuentro que va a cambiar la vida de ambos.
La premisa argumental es complicada: un educador que ha sucumbido a la falta de sentido, que ha perdido las respuestas por el camino de su vida. ¿Es posible educar así? Y ahí reside el interés de la película. Si no sabemos si hay respuestas, al menos seamos serios con el drama de la vida y vayamos hasta el fondo de la experiencia, sin trampas ni atajos. El film no hace una propuesta educativa, en el sentido de que no indica un camino preciso de certezas, pero hace un diagnóstico valiente: los educadores hemos fracasado, viene a decir, porque ya no partimos de la experiencia, la de los jóvenes y la nuestra, que es la misma. Barthes lo tiene muy claro: “Necesitamos algo más”. A la vez, la película muestra con acierto la ausencia total de sentimentalismo en la relación educativa de Barthes. No se trata de edulcorar el drama humano con inconsistentes paños calientes. Hay que mirar a la cara la falta de sentido. En ese sentido es un film realista: Barthes nunca no sustituye a los jóvenes en sus decisiones y circunstancias, y siempre guarda una justa distancia, como en el caso de la chica obesa. ¿Acaso Barthes podía haber hecho otra cosa cuando ella decide hacer la barbaridad que hace -que obviamente no desvelamos-? Los otros profesores se han ido desquiciando porque viven un dualismo educativo: por un lado lo que quieren, su proyecto ideal, y por otro la imposibilidad de que se realice ni lo más mínimo. El protagonista no sucumbe porque parte siempre de cero. No hay proyecto. Empieza siempre por compartir su experiencia, su nada.
Sin embargo, el film indirectamente sí propone un camino educativo radical a través de la trama de la adolescente ninfómana, y que consiste en acoger y acompañar al otro, educarle mirándole con toda su dignidad y valor, y sobre todo, vincularse para siempre con esa persona. La metáfora del abrazo, tan presente en el cine contemporáneo como en Babel, Crash, Profesor Lahzar… vuelve a expresar con toda su fuerza la necesidad de abrirse, acoger y ser acogidos.
Desde un punto de vista narrativo cabe preguntarse si era necesaria la trama biográfica del profesor Barthes? Quizá no, pero ciertamente sirve para mostrar por qué él comparte con los chicos la soledad, el dolor y la falta de sentido. Y quiere partir desde ahí con ellos.
Juan Orellana
Ficha técnica:
Director: Tony Kaye
USA, 2011
Duración: 100 min.
Género: Drama
Interpretación: Adrien Brody (Henry Barthes), Christina Hendricks (Sarah Madison), Bryan Cranston, James Caan (Charles Seaboldt), Lucy Liu (Dra. Doris Parker), Blythe Danner (Sra. Perkins), Marcia Gay Harden (Carol Dearden), Tim Blake Nelson (Sr. Wiatt), Sami Gayle (Erica), Betty Kaye (Meredith), William Petersen (Sr. Kepler).