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Arrietty y el mundo de los diminutos

Caratula de ""

Crítica

Arrietty es una adolescente muy especial, pues forma parte de una familia de seres diminutos de tan sólo 10 centímetros de estatura, que viven bajo el suelo de una elegante casa de campo. Aunque ella y sus padres tienen por norma ocultarse de las miradas humanas, lo cierto es que dependen, en parte, de los hombres, ya que para poder sobrevivir toman prestados algunos bienes como gas, papel o azúcar.

No obstante, las cantidades dispuestas son tan ínfimas, que nadie nota su falta. Durante la primera incursión de Arrietty a la vivienda junto a su padre, la chica es vista accidentalmente por un niño humano, con el que comenzará una significativa amistad.

Esta lograda producción de dibujos animados supone un brillante debut para Hiromasa Yonebayashi, experimentado animador de la casa Ghibli y ahora, el director más joven de estudio.  La película es impecable, llena de detalles y una atractiva paleta de colores. Puede que alguno pueda reprochar algún momento de ritmo muy pausado al comienzo de la historia. Sin embargo, es un rasgo que no afecta al desarrollo de la narración, pues es un tiempo para la contemplación y el conocimiento de la vida de los personajes, especialmente la de los diminutos, en donde destaca la grandeza de una vida corriente y sencilla, en armonía con la naturaleza.

El estilo que se ve en pantalla no es el de Miyazaki, pero algunas imágenes evocan ciertos pasajes de filmes como El viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro y Niki, la aprendiz de Bruja, sin ser claramente referenciales.

El guión firmado por Hayao Miyazaki trata los temas recurrentes en el cineasta nipón: el respeto por la naturaleza, la importancia del amor familiar, especialmente, en la vida de los más jóvenes. Sin embargo, en esta ocasión, la soledad toma cierta relevancia, como uno de los temas principales de esta aventura intimista, donde la amistad desinteresada es la clave para la felicidad y la esperanza. Asimismo, la laboriosidad es una virtud común entre los personajes.

Mención especial merece la maravillosa banda sonora, con piezas interpretadas por la arpista francesa Cécile Corbel, una señal más de que no se trata de una película al estilo Miyazaki, quien siempre acude a su buen amigo Joe Hisaishi.

Por último, hay que resaltar que en la cinta hay apenas humor. Por eso, puede que resulte un poco pesada para los niños más pequeños. Con todo, es una producción orientada al público familiar.

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