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Con derecho a roce

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público Recomendado: Adultos

Dylan –Justin Timberlake- es un chico de Los Ángeles al que una atractiva cazatalentos –Mila Kunis- coloca como directivo en una empresa neoyorkina. Entre ellos surgirá una amistad que, con el tiempo, se verán tentados a condimentar con relaciones sexuales esporádicas. Solo se ponen a sí mismos una condición: hacer de sus encuentros un juego sin consecuencias, para no echar a perder su idílica relación.

El pánico al compromiso mueve a los personajes a concebir esperanzas acerca de la posibilidad de disfrutar de todas las ventajas del amor pero sin el amor, una receta que les eximiría de cometer las equivocaciones de sus padres, de quienes no han recibido precisamente un buen ejemplo.

¿Es posible el sexo sin compromiso, sin amor? La premisa de la que parte esta película está ya bastante explotada, y además en este caso se resuelve de una manera cuanto menos burda. A pesar de tener que clasificarla como comedia romántica, hay que decir que Con derecho a roce no hace honor a dicha clasificación: no es estrictamente una comedia, porque no hace gracia; ni es romántica, porque la relación que se establece entre los protagonistas está cargada de todo, menos de romanticismo.

Will Gluck nos somete a una sucesión de secuencias por las que deambulan personajes perdidos e inseguros, familias desestructuradas, una madre estancada en los 70 que no es capaz de superar su compulsiva inmadurez y un gay desatado, que no debe faltar en ninguna comedia actual que se precie de ser políticamente correcta. Tampoco pueden faltar las escenas de sexo, que en este caso se convierten en metáfora de la desorientación afectiva que intenta combatirse a través del placer carnal.

Por otra parte, el patoso acercamiento al tema del alzheimer, enfermedad que sufre uno de los personajes, resulta innecesario, y el final del filme, simplón y previsible, no aporta nada nuevo. La verosimilitud del relato se pierde casi desde el primer momento y la falta de coherencia y la acumulación de tópicos hacen que la película se haga excesivamente larga.

En resumen, un bodrio cinematográfico que parece haber sido concebido para que la guapísima Mila Kunis luzca palmito, algo que, eso sí, hace estupendamente.

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