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La novia

Caratula de "La novia" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Basada en “Bodas de sangre” la directora Paula Ortiz entrega una cinta llena de fascinantes imágenes.

Del argumento sobra el comentario. El original lorquiano es suficientemente conocido. El respeto por el texto es tomado casi como un referente sagrado. Mérito de los guionistas entre los que se encuentra la misma Ortiz. Ciertamente la belleza de las palabras del escritor no precisaba de retoques. El reto estaba aquí más en el continente que en el contenido. Y Paula Ortiz lo ha superado con creces.

Me atrevo a decir que si Lorca hubiera podido hacer una película, hubiera sido ésta.

Transcurridos los días, vuelven a mí sus imágenes repletas de poderosas metáforas visuales que reflejan un mundo creativo inmenso, que se atreve a explorar las emociones y las sensaciones a través de cada fotograma.

La traducción a lenguaje visual de una obra literaria tan conocida, visitada y rememorada como esta,  no es tarea fácil. Es enfrentarse a un público muy crítico por resabiado. Pero la zaragozana asume el riesgo y lo hace con inmensa sensibilidad.

La dirección de arte, cada detalle, los paisajes, la fotografía, todo contribuye a crear un éxtasis visual. Palabras las justas. Ya se sabe, en cine menos es más. En el film el universo de Lorca, la luna, la mujer, la raza, el caballo, el puñal, lo fatídico, el destino, el fuego y la noche, la vida y la muerte… se entrelazan, nada sobra, nada falta. La carnalidad de las escenas del fatal encuentro enciende toda la sexualidad empachada que se esconde tras el relato.

Es Paula Ortiz una directora todavía bastante joven pero empuja con fuerza. En su anterior trabajo “De tu ventana a la mía” (2011) desplegó todo ese poderoso imaginario que triplica en esta nueva entrega. Si los Goya la miman (que lo harán) se le augura un futuro menos fatídico que el de sus personajes.

Y en cuanto a la creación de estos, decir que los actores están entregados a la historia y se convierten en una maquinaria de relojería al servicio de la tragedia. Tal vez un poco más de energía por parte de Alex García, al que se le va a veces la fuerza que su personaje Leonardo requiere. Pero cosa de poco, o paladar exigente que es una.

Y todo ello aderezado con una banda sonora inspiradísima, sobre todo la versión de “take this waltz” de Leonardo Cohen de la, también aragonesa, Carmen París, que vertebra toda la película convirtiéndola en una pseudo musical coreografiado con gran precisión.

En fin una obra que respira toda la tragedia de Federico…

 

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