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La primera purga: La noche de las bestias

Caratula de ""

Crítica

Público recomendado: Adultos

James DeMonaco escribió y dirigió el 2013 La purga, una película de tres millones de dólares que recaudó en todo el mundo cerca de cien. No es de extrañar que la productora detrás del invento, Blumhouse, responsable de éxitos como Paranormal Activity o Insidious, siga exprimiendo la ocurrencia hasta más allá de sus propios límites. Mirar al origen de las cosas, en cine, y en los últimos años, suele ser una señal de que uno ya no sabe por dónde tirar. Y eso que La purga es una franquicia que pese a su simplicidad sigue aguantando el tirón con notable estoicismo. No es que sean grandes películas pero ya quisieran muchas sagas mantener el listón a la altura de La primera purga: La noche de las bestias tras cuatro secuelas.

De Monaco, que ha escrito y dirigido las tres primeras película de la saga se limita en esta firmar el guión, tal vez porque sabe que la franquicia en realidad no tiene mucho más que ofrecer. De hecho, ya se está rodando una serie sobre La purga, señal inequívoca de que se ha decidido terminar de exprimir la ocurrencia de DeMonaco en el medio televisivo que es más barato y rápido entre otras cosas.

La primera purga: La noche de las bestias nos lleva al origen de esta inquietante medida aplicada en un imaginario y distópico Estados Unidos. Para mantener la tasa de criminalidad por debajo del uno por ciento los Nuevos Padres Fundadores de América decidieron establecer una noche catártica de violencia impune para dar rienda suelta a toda necesidad de matar y asesinar que habita en todo hombre de bien americano.

Véase que la lectura que hace de entrada, la propuesta de DeMonaco, es inquietante de por sí. Dar por sentado que el ser humano necesita explotar de una forma violenta. Si bien es verdad que la saga de DeMonaco nunca ha explorado esta cuestión, sí que lo ha hecho en cambio en lo político y hasta de puntillas, en lo sociológico.

El único problema de la saga y de La primera Purga: La noche de las bestias es que todo su discurso, aunque interesante y estimulante, no pasa de mera anécdota, de simple excusa para, al fin y al cabo, desatar una amalgama de violencia inexcusable e inexplicable. Para la ocasión, quien dirige es Gerard McMurray, un realizador que se había dejado ver por Sundance con Código de silencio, una película que puesta al lado de La purga poco o nada parecen tener en común salvo que uno se ponga a hacer encaje de bolillos.

Hay tanto de estimulante en La primera purga: La noche de la bestias como de predecible y de vulgar. Una difícil convivencia que tampoco hace fácil su digestión. De hecho, es tan probable que uno sienta interés por ella como rechazo y ¿saben una cosa? Puede que los dos tengan razón.

 

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