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Ötzi, el hombre de hielo

Caratula de ""

Crítica

No hay nada más maravilloso que ese pacto entre espectador y película donde se promete un viaje inmersivo lleno de sufrimiento y ansiedad.

Esas películas donde al protagonista, durante un periodo de tiempo, sufrirá todo tipo de calamidades donde tendrá que sacar su lado más feroz y el instinto de supervivencia. Todavía seguimos con la espina de El renacido bajo la oreja, tan hiperrealista y dolorosa que cada zarpazo del oso se sentía como en nuestra propia piel. Sin embargo no a todas las películas de este género se le puede pedir el mismo resultado: el presupuesto, la visión del director, el propósito de la trama, el enfoque, etc. Todo varía según el director, por eso al otro lado ring tenemos Castaway on the Moon o la famosa (y película clave de este género) Las aventuras de Jeremiah Johnson. En este caso, Randau apuesta por un enfoque más propio de los terrenos de Iñarritu, apostado más por la espectacular proeza del hombre contra la naturaleza salvaje, todo con sus limitadas posibilidades. El resultado el irregular, entretenido e incluso a veces tenso, pero no deja de ser una película que intenta ser un ejercicio de estilo más simple (que no vulgar) de lo prometido.

No situamos en el seno de un clan del Neolítico que acaba de ser masacrado por un clan rival. El único superviviente y su hijo recorrerán un terreno inhóspito y peligroso con un solo objetivo: la venganza. La labor más destacable y brillante de la cinta no se encuentra mostrado en la pantalla, en tanto que el espectador lo vea como un agente de la acción: la labor de la edición. Vessela Martschewski, encargada de montar y editar la cinta, ha realizado una prodigiosa labor que a veces pasa desapercibida para el ojo inexperto que, como el sonido, sufre una cierta marginación en los círculos de reconocimiento y prestigio solo visible en casos tan excepcionales como Mad Max: Fury Road. Sin la labor de esta editora la película habría sido otro cantar y seguramente carecería de interés, puesto que el  director parece más interesado en imitar modelos anteriores que el contar la historia en sí. Finalmente, la labor actoral de Jürgen Vogel consigue ser lo suficientemente atractiva y creíble que darle más punto puntos favorables a su interés, de igual manera que la fotografía consigue crear un imagen de los Alpes Ötztal terrorífica e imponente.

En resumen: una obra entretenida, que peca de cierta pretensión no coherente con sus intenciones, bien interpretada  y con una labor de fotografía y edición realmente brillantes.

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