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The Old Man & the Gun

Caratula de ""

Crítica

 

La película narra la historia real de Forrest Tucker, un personaje muy peculiar. A sus casi 80 años, sigue siendo físicamente apuesto y atractivo (Robert Redford en estado puro!).

Es elegante en el vestir y en sus maneras, y muy amable en el trato con todo el mundo. Vive en una residencia de jubilados, retirado de lo que ha sido durante años su profesión: ¡Ladrón de bancos! Hasta que un día ve por televisión al detective John Hunt, conocido por su competencia profesional. En el fondo de Tucker surge la nostalgia por su antigua actividad y decide, a pesar de la edad, dar un nuevo golpe para poder competir con la pericia de Hunt.

A Tucker nunca le interesó realmente el dinero que robaba y, por supuesto, aunque llevaba una pistola, era solo para intimidar, jamás pensó en utilizarla contra nadie. De hecho, nunca cometió un delito de sangre. Quienes se habían cruzado con él en los atracos -víctimas o testigos- siempre aseguraban que era un hombre sumamente correcto. ¿Qué movía, pues, a Tucker a asaltar bancos? Sencillamente poner en juego su inteligencia. Le apasionaban los duelos: su astucia batiéndose contra los policías más sagaces y los sistemas de seguridad más sofisticados. Llevó a cabo un sinnúmero de robos y consiguió escaparse 18 veces de prisión. Esos desafíos llegaron a constituir una suerte de adicción para él, mientras las autoridades estaban desconcertadas y la opinión pública seguía sus hazañas como una auténtica diversión.

La película apenas si sigue la trama policial y los atracos en sí mismos, sino que se centra exclusivamente en el personaje, cuando ya es casi un anciano, pero todavía capaz de tener en jaque a los más avezados policías. En realidad, el film es un homenaje a Robert Redford, hasta el punto que para ilustrar los antiguos atracos de Forrest Tucker, se utilizan imágenes de archivo de la filmografía del mismo Redford.

Lo mejor de la película es el romance otoñal de Jewel y Tucker. Es una relación tan serena, tan tierna, tan convincente, que llega a emocionar. Sissy Spacek está espléndida dando la réplica a un Redford tan magnífico como siempre.

Si bien no hay la tensión que cabría esperar en un relato de atracos y persecuciones, el film mantiene la sonrisa de principio a fin. Es una película muy agradable de ver, a la que David Lowery ha sabido imprimir un cierto tono de nostalgia hacia el cine de Redford de treinta años atrás. Hasta el color y la suavidad de la fotografía nos retrotrae en el tiempo. Especialmente recomendable para los seguidores de Robert Redford, y para el público en general, permite pasar un buen rato… con un punto de suave nostalgia por el cine que fue.

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