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The Prodigy

Caratula de "The Prodigy"

Crítica

 

Desde hace un tiempo a esta parte todos los años se estrena la película que va a revolucionar el género.

Pasó con It Follows (2014), ocurrió con La bruja (2015) y lo mismo se dijo de Hereditary (2018). Sin embargo, cuando estas películas se estrenan y todo el mundo las ve poca cosa pasa después. Es decir, el género continúa cometiendo los mismos errores y sigue bebiendo de los mismos referentes y sí, también sigue acertando con los mismos recursos y con idénticos trucos. Algo así es lo que le pasa a The Prodigy, en esencia no propone nada nuevo pero los elementos que utiliza los emplea de manera impecable.

The Prodigy nos cuenta la historia de Sarah (Taylor Schilling), una madre preocupada, digamos, por el sospechosos comportamiento de su hijo que, no le destripo nada a nadie, anda revuelto por una latente presencia sobrenatural. Como suele ocurrir en estos casos el ultramundo se presenta con todos los apelativos propios de lo maldito y rara es la sugerencia, si es que existe, a un Dios y ya no digamos, al paraíso.

De todos modos, es también bastante evidente que el film de Nicholas McCarthy no pretende en caso alguno, ofrece una lección magistral de teología. Como decíamos al principio, The Prodigy se ajusta a los patrones, por llamarlos de algún modo, más clásicos del cine de terror actual y sin desviarse un ápice de lo más o menos esperado, la propuesta continua su rumbo sin grandes altibajos ofreciendo al público lo que espera ver, una película de terror que dé miedo.

Al contario que It Follows, La bruja o Hereditary, que no eran precisamente cintas de terror pensadas para el gran público (lo que no quiere decir que fueran malas películas, aunque hay de todo en esos tres títulos), The Prodigy si que da miedo. Y lo consigue fundamentalmente porque McCarthy sabe como generar y mantener una atmósfera asfixiante que, sin llegar a hacerla irrespirable, resulte lo suficientemente agobiante. Su hora y media escasa de duración beneficia sin duda una propuesta que no por sencilla, hasta puede que un pelín ingenua, resulta menos efectiva.

El lema comercial de este nuevo (y supuesto) cenit del cine de terror reza que algunas secuencias tuvieron que ser montadas de nuevo porque resultaban demasiado terroríficas. Qué pena que no fuera así realmente. Lo cierto es que había una escena con un susto demasiado pegado a un diálogo lo que provocaba que el repentino subidón de adrenalina impidiera que se escucharan las frases a continuación, por aquello de la risa nerviosa. En esencia es lo mismo que Billy Wilder llamaba el ritmo de la comedia. Todo, el humor y el terror deben mantener sus ritmos. Aquí la cosa fue mucho más prosaica que la conocida escena de las maracas de Con faldas y a lo loco (Wilder puso a Jack Lemmon unas maracas para que las agitara entre chiste y chiste para que así, las carcajadas del público, no eclipsarán el gag siguiente). Y de hecho, es esto únicamente, lo que puede provocar una relativa decepción a la hora de ver The Prodigy. Porque en efecto da miedo, y eso es lo esperado y hasta lo deseado en una cinta de terror. Pero no tanto como para replantearse su montaje.

Se aprecia en cualquier caso las dotes de McCarthy en el terreno del cine de miedo. Se dio a conocer con otra cinta simpática, más o menos de las mismas virtudes y defectos de The Prodigy, El pacto (2012). Todo muy bien hilvanado pero muy poco novedoso. En esencia, todo se limita a esto.

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