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El Ángel

Caratula de "El Ángel"

Crítica

Público recomendado: Adultos

Reivindicar la libertad como patente de corso para presentar las fechorías de un asesino es una impostura si nos ocultan los mecanismos psicológicos del individuo que las desarrollan.

Si a esto se le añade la vitola de que venimos con un destino predeterminado, nos quedamos sin libertad. Con ambos planteamientos abre su último filme el director bonaerense Luis Ortega (Lulú, Monobloc, Caja negra…), también coguionista en El ángel, que representará a Argentina en los Oscar y también en los Goya.

Basada en hechos reales, acaecidos en 1971, del que fue el mayor asesino de la historia del país sudamericano, Carlos Robledo Puch (“Carlitos”), narra las tropelías de este joven criminal. De rizos rubios y cara de adolescente (de hecho la prensa título como “El asesino con cara de mujer” y “El ángel de la muerte”), Carlitos vive con sus padres y les engaña cuando dice que va al colegio y que son regalos los que le hacen sus amistades, cuando en realidad son  robos. En estas conoce a Ramón (Chino Darín: Los únicos, Farsantes, Historia de un clan…), que le lleva a José (Daniel Fanego: El amigo alemán, Salamandra, ¡Atraco!…) y Ana María (Mercedes Morán: Betibú, La ronda, Olympia…), padre y madre, respectivamente, y delincuentes de profesión.

Por deslumbrar o por otras razones que el director y coguionista nos ocultan, Carlitos rompe todas las barreras y con sangre fría impropia de su edad (18 años) roba, asesina y delinque sin pestañear, al tiempo que en su casa se comporta como un hijo obediente.

Su papel, convincentemente interpretado por Luis Ferro en la que es su primera película, marca la aurora de un actor que triunfará por su magnetismo. Estamos ante un “tesoro” al que auguramos una carrera estelar, del que Ortega obtiene una candidez brutal. Destacamos al resto de intérpretes, como Cecilia Roth (Kamchatka, Todo sobre mi madre, Martín (Hache)…), la madre de la terrible criatura; Daniel Fanego (El amigo alemán, Salamandra, ¡Atraco!…) y Mercedes Morán (Betibú, La ronda, Olympia…), entre otros.

Con una banda sonora “rockera” donde el español es el idioma por antonomasia, El ángelse narra visualmente con una aceptable fotografía de Juan Apezteguia, que nos recuerda a algunos telefilmes de los delincuentes de la Barcelona de los años 70.

Aunque en la película se cita la versión del momento (los años 70) que achacaba a Carlitos una desviación sexual, que vemos representada en su relación con Ramón, desconocemos cual es la urdimbre psicológica del joven que no tiene reparos en asesinar a sangre fría, por ejemplo, a un conductor de camiones y mostrar otra cara en familia. Las razones de esta bipolaridad nunca es ni siquiera bocetada por el director Luis Ortega, el cual se agarra a la solemne declaración inicial del inicio de esta crítica.

Al modo de ver de quien les escribe, no encuentro paralelismo ni formal ni de fondo con los estilos de Tarantino, Almódovar y Scorsese, a los que se ha comparado, porque le falta la vertiente surrealista entre festiva e histriónica de los dos primeros y la violenta contundencia del tercero.

En este cierre, entendemos que la mejor noticia de El ángeles el debú protagonista del joven Lorenzo Ferro al que aventuramos una exitosa carrera cinematográfica.

Por otro lado, desvelar los entresijos psicológicos sin perder un ápice de genialidad es lo que realizó Jonathan Demme, con su Aníbal Lecter y un guion magistral de Ted Tally, en El silencio de los corderos.

 

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