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La noche de Halloween

Caratula de "La noche de Halloween"

Crítica

Público recomendado: Adultos

Es evidente que los tiempos han cambiado. Hace cuarenta años, cuando se estrenó La noche de Halloween (John Carpenter, 1978) el mundo era muy distinto.

Entre otras cosas porque pocos habían visto a un asesino enmascarado, cuchillo en mano, asesinar a nadie en un tranquilo suburbio de los Estados Unidos. Lo digo, sobre todo, porque para poder disfrutar y sobre todo, valorar La noche de Halloween (2018) sería conveniente haber visto y sobre todo, entendido, La noche de Halloween (1978).

La película que Carpenter filmó a finales de los setenta no solo inauguró lo que hoy conocemos como slahser (asesinos enmascarados con tendencia a asesinar al respetable) sino que jugó a personificar el mal. El director de La cosa se propuso exponer el mal en estado puro tras una máscara pálida y fría y sobre unos ojos oscuros y abisales. Michael Myers, que fue el icono del cine de terror que Carpenter creó en 1978, no solo era un asesino despiadado, también era un concepto, una cuestión abstracta, simple y llanamente, el mal.

Cuarenta años después David Gordon Green lo tenía difícil sobre todo porque después del film de Carpenter vinieron siete secuelas, y un reboot, con su imprescindible secuela también. Tal vez por esta razón, Green ha decidido obviar todo lo dicho hasta la fecha sobre Myers y partir directamente del film original. Es decir, en esencia, este Halloween es una secuela que arranca de la película fundacional.

Para tal efecto Green se ha rodeado de los responsables originales de aquella película, Jamie Lee Curtis como Laurie Strode, Nick Castel como Myers y sobre todo John Carpenter como músico (su tema de Halloween es pura antología) y esta vez, como productor. Ignoro hasta qué punto ha podido influir que Carpenter estuviera involucrado en el proyecto, porque viniendo de un director de películas como Superfumados, lo cierto es que esta Noche de Halloween aprueba y con cierta nota, esta singular revisitación del clásico de Carpenter.

Es cierto, no obstante, que los elementos de los que se partían eran limitados. La noche de Halloween no era un drama existencial de modo que había que saber de dónde tirar y en dónde no insistir demasiado porque no había donde rascar. Todo esto Green parece tenerlo bastante claro porque si no eleva a Myers a otro nivel sí que deja el listón lo suficientemente alto como para pensárselo dos veces antes de arremeter contra el listillo enmascarado de turno.

Eso sí, que nadie se espere el 2001 del cine de terror moderno. La noche de Halloween (2018) es una película barata y lista para ser consumida que al menos no deambula por las cloacas del género. Resuelve la papeleta con dignidad pero siempre sin salirse de los cánones del género y mucho menos, sin descubrir nada nuevo. Un film de terror estimable, sí, pero con reservas. Una de esas películas que cuando se ven, uno no siente la necesidad irrefrenable de abrir una botella de champagne excesivamente cara.

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