Crítica

La familia compuesta por Pete y Ellie, se ha quedado muy pequeña- Mientras su negocio inmobiliario crecía.

Ya con cierta edad y con pocas ganas de procrear, deciden como opción la adopción. Tres jovencitos rebeldes terminan siendo la elección. De cero a tres, un gran paso. Será muy difícil mantener la calma ante el nuevo reto que se ha impuesto esta familia al instante.

Tercera colaboración de Mark Walberg con el director Sean Anders (Padres por desigual y su secuela Dos padres por desigual –ambas bastantes desiguales-) Parece que esta les ha quedado un poca menos superficial, aunque sólo parece.

Sin duda se hacen esfuerzos por tomarse en serio eso de educar, de asumir el riesgo de formar una familia, pero el tono exageradamente cómico de las interpretaciones tanto de Walberg como De Byrne, la hace pesada. Hay momentos francamente divertido y se puede ver muy bien en familia si uno no espera grandes disquisiciones sobre el mundo educativo y las relaciones paterno-filiares. Un tono al final de cierta seriedad, logra salvar los muebles a una película que hubiera quedado absolutamente insustancial.

Como producto de entretenimiento desde luego resulta altamente efectivo pues hay varios momentos desternillantes de risa.

Resulta escalofriante como el tema de la familia es tomado cada vez más desde una perspectiva fragmentaria, más que estructural. La familia como núcleo primigenio de la sociedad, como espacio de crecimiento individual que contribuirá a la formación de personas que contribuyan al bien común, no es aquí ni mencionado. Es como si lo de ser padres formara parte de un proceso vital, como de un check in que hay que clikear cuando llega el momento. Así, aunque la pareja lo intenta con gran esfuerzo y es loable, resulta muy difícil enseñar el don de la gratuidad y la pertenencia a un proyecto mucho más ambicioso que el propio.

No obstante, teniendo en cuento estos parámetros, la película se deja ver y es muy divertida.