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Largo viaje hacia la noche

Caratula de ""

Crítica

Público recomendado: Adultos

Largo viaje hacia la noche, segunda película del director chino Bi Gan (Kaili Blues), es un largometraje difícil de definir; resulta difícil (si no, como en todo film, injusto) enmarcar una película que no se adhiere a límites, sino que busca constantemente romper barreras.

La película, a través de una narración dispersa y zigzagueante, cuenta la historia de Luo, un hombre que vuelve a su ciudad natal en busca de una mujer a la que amara y que nunca pudo olvidar. Sin embargo, esta premisa se dilata hasta quedar perdida entre una sucesión de escenas no lineales, encuentros de pasado y presente y reflexiones poéticas atemporales, todo ello cargado de una cualidad estética absolutamente intachable. La historia se deshace en un entramado de reminiscencias e ilusiones oníricas que no conducen al espectador por una senda nítida, sino todo lo contrario; dejan perderse en un puzzle de variables infinitas, donde todo es evocación.

La película se parte en su segunda mitad en un abrumador plano secuencia de una hora en 3D en el que definitivamente nos vemos sumergidos en un sueño, en un marco metalingüístico que aviva el fuego de la sugestión.

En Largo viaje hacia la noche, el cine no se entiende como una narración clara, de piezas que se disponen una encima de otra y conforman un relato fácilmente propagable, sino que, por el contrario, se propone como una exploración de lo onírico y de la memoria, en un espectáculo ultraestetizado, inmersivo y deambulante.

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