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Los hermanos Sisters

Caratula de "Los hermanos Sisters"

Crítica

Público recomendado: Jóvenes y Adultos

Más allá de las peripecias cinematográficas de Quentin Tarantino en el western, en la actualidad es uno de los géneros más maltratados. Las malas lenguas dicen que al cine de superhéroes le espera el mismo destino, puesto que las semejanzas entre ambos fenómenos es más que evidente: películas que gozaron de un gran favor en taquilla, que atraían masas y se vanagloriaba de tener a los más grandes del cine trabajando a su lado. Los años 50 y los 60 fueron sus grandes etapas, siendo los 40 su etapa de inicio en probar el sabor de la gloria. Luego llegaron las horas bajas “post spaghetti western” y con ello la decaída total. Solo nombres como Clint Eastwood y Kevin Costner supieron tenerlo vigente con dignidad y muy buenos resultados. Después llegaron los remakes: El tren de las 3:10, Los siete magníficos… El intento de reinvención vino con Wind River, Slow West, Comanchería, Bone Tomahawk… e incluso, porque no, Logan.  Los intentos más cercanos por mantener el espíritu real del western clásico (El valle de la venganza con Ethan Hawk y Hostiles, violencia americana con Christian Bale), se saldaron con sonoros fracasos y el completo desinterés del público, aun siendo dos muy buenas películas. Ahora, con varios meses de retraso, llega a España Los hermanos Sisters, el último film de Jacques Audiard y con un reparto de ensueño: Joaquin Phoenix, John C. Reilly, Jake Gyllenhaal, Riz Ahmed… El resultado, como era de esperar, es espectacular.

Los hermanos Sisters son dos maleantes contratados para matar a un buscador de oro. Para ayudarlos en el rastreo, contratan a un especialista en el terreno; sin embargo nada saldrá como estaba planeado. Una de las mayores virtudes de la película es su mirada en el western: en lugar de optar por epicidad crepuscular de antaño y crear un aura mística de heroicidad, Audiard opta por acercarse más a la intimidad y al microcosmos de dos hombres que no representan nada para nadie. Una mirada melancólica al hombrecillo fracasado que no tiene  nada que perder porque nunca ha ganado nada que merezca la pena conservar. Tiene más ecos al cine de Arthur Penn o a los de un John Ford en el ocaso de su vida, que esos enérgicos westerns de Howard Hawks, John Huston o William Wyler. La cara B de las películas de Anthony Mann, aquí expuesta en forma de viaje hacia el interior de los protagonistas, con momentos cómicos y otros de una gran crueldad. Rodada con la elegancia tan normal en el cine de Jacques Audiard y con unos personajes muy bien definidos, nacidos de la novela de Patrick Dewitt.

Los protagonistas están espectaculares, siendo por encima de todos los máximos señores de la función Joaquin Phoenix y John C. Reilly, que irradian una química y una calidez actoral reconfortantes. Dos grandes actores dirigidos por un gran director. Jake Gyllenhaal no sobresale demasiado al tener un personaje sin demasiados matices, correcto, que se limita a ser “el hombre con moral y ética de la película” y Riz Ahmed realiza una estupenda interpretación.

En resumen: uno de los mejores westerns clásicos del presente, con unos personajes maravillosos, una cercanía conmovedora y con algunas de las imágenes más poderosas de este año.

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