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Sofia

Caratula de "Sofia"

Crítica

 

Sofia (Maha Alemi) tiene 20 años, vive con sus padres en Casablanca (Marruecos) y está embarazada sin haberse casado.

En el reino alauí, las relaciones sexuales extramatrimoniales se castigan con pena de prisión. Su situación es, además, un deshonor para su familia. Después de un tiempo de negarse a sí misma el estado de buena esperanza -que para ella supone la cárcel-, decide tener al bebé. En el hospital le exigen que aporte los documentos del padre. Aquí reside el verdadero corazón del drama. No diremos más.

El género de “conflictos en la sociedad marroquí” está de moda entre los cineastas del país vecino afincados en Europa o nacidos en ella con raíces al otro lado del Estrecho. Si hace apenas un mes se estrenaba Razzia, del parisino Nabil Ayouch, esta semana llega a nuestras pantallas esta ópera prima de la joven directora Meryem Benm’Barek-Aloïsi, marroquí de 34 años, formada en París y en Bruselas y residente en Bélgica.

Se trata de una película que trata un haz de dramas en torno a la maternidad, la soltería y la condición de la mujer en una sociedad islámica y tradicional como la marroquí. Sin embargo, salvo en las escenas en que hablan las mujeres en la intimidad, toda la denuncia que se formula -las desigualdades, el machismo, la violencia- aparecen mostradas, pero no verbalizadas. Uno comprende el fondo de la tragedia sin necesidad de que se exprese con palabras. Es inevitable admirar el coraje de afrontar una maternidad que puede llevarla a la cárcel por haber tenido relaciones prematrimoniales. No obstante, la directora no hace de este largometraje un drama victimista ni lacrimógeno, sino que da al personaje de Sofia una profundidad admirable.

Sin embargo, al espectador no se le escapa la moción a la totalidad que se presenta contra los hombres. En esta película, los hombres están ausentes, son culpables o cómplices. Sólo las mujeres son rescatables en este drama que se ve como un “thriller”. La desigualdad la generan los hombres -categorías como la de patriarcado no serían ajenas al discurso de este largometraje- y sobre ellos, en general, sólo gravita la responsabilidad y la ausencia.

Es una película interesante y, desde luego, refleja una situación radicalmente injusta. Abrirá la puerta a muchas conversaciones, incluso debates, sobre la situación de la mujer en las sociedades islámicas y la violencia ejercida sobre ellas dentro y fuera de la familia.

Es más: hay que analizar también la crítica que la directora lanza sobre la propia familia y esa insinuación más o menos abierta de que es en ella donde se forjan las desigualdades. Ahí puede discutirse si se circunscribe a la familia islámica o si su mirada puede extenderse a la institución familiar con independencia de la cultura y la religión.

No les dejará impasibles.

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