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Transformers: El lado oscuro de la Luna

Caratula de ""

Crítica

Llega una de las películas más esperadas del verano: la tercera entrega de la saga basada en la línea de juguetes “Transformers”, dirigida de nuevo por Michael Bay y producida por Steven Spielberg.

Después de una decepcionante segunda parte, “El lado oscuro de la luna” recupera el tono de la primera; algo más que el tono, de hecho. El guión parece hecho sobre la plantilla de la primera película. Estructuralmente es casi un remake. Pero aún así, resulta inferior a esa primera entrega. El mayor problema reside en una primera hora de película bastante floja, en la que Bay ofrece una dosis de humor demasiado cargada. Un humor, por otra parte, bastante infantil e histriónico, con una tristísima participación del otrora gran actor John Malkovich.

La trama de Sam se desarrolla de una forma demasiado lenta, y la de los Transformers, que en el fondo es muy sencilla, se enfanga con largos diálogos explicativos.

Sin embargo, en la última hora y media la película remonta el vuelo, y de qué manera. Es sencillamente un espectáculo abrumador, cine palomitero sin prejuicios, que es lo que uno espera encontrar en esta saga. En esta fase la película encuentra el equilibrio perfecto entre épica, amor y humor, muy en la línea del primer Transformers.

Los efectos especiales son capítulo aparte: absolutamente impresionantes, consiguen algo tan difícil ya en este campo como es sorprender. En ese sentido, la prolongada escena final en Chicago es el mejor exponente de ello. Si además se ve en 3D, el espectador se sumergirá aún más en las espectaculares peleas de humanos y robots.

En cuanto al estilo visual, lo acostumbrado en Michael Bay: fotografía y encuadres muy cuidados, ritmo implacable (aunque, como pasa en muchas de sus películas, el frenético montaje no permite en ciertos momentos saber bien qué está pasando) y escenas de acción muy ambiciosas, buscando el más difícil todavía. La épica se transmite con una banda sonora solemne y los ralentizados que tanto gustan al director.

En definitiva, un buen entretenimiento veraniego que podría haber sido más disfrutable de haber aligerado sus autores la primera hora de metraje.

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