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Una cuestión de género

Caratula de ""

Crítica

Interesantísima película basada en hechos reales. Cuenta la historia de Ruth Bader (Felicity Jones), una brillante abogada cuya carrera parece no poder avanzar más que impartiendo clases en una academia por la estereotipada sociedad de los años cincuenta: las mujeres no son abogados por ser una “tarea” de hombres. Todo cambia precisamente cuando se le presenta la posibilidad de defender a un hombre que cuida de su madre enferma al que le ha sido denegada una desgravación fiscal reservada sólo a las mujeres. Con la ayuda de su marido, también abogado, conseguirá llevarlo ante los tribunales como caso de discriminación abriendo la primera jurisprudencia a favor de la igualdad de género.

La desigual Mimi Leder (El pacificador, la serie Urgencias) presenta aquí, con genial pulso narrativo, el guion de  Daniel Stiepelman, el propio sobrino de la, hoy en día, jueza Ruth Bader.

Si caer en tópicos feministas de medio pelo, en donde el hombre es el enemigo (trasnochada lucha marxista de sexos), el guion sabe poner el acento en las injustas desigualdades que imperaban en la época y en la simbiosis en el matrimonio de Ruth.

Muestra cómo la conciliación y la cooperación entre ambos sexos son más fructíferas en la lucha por la igualdad poniendo en valor la familia. ¿Qué sociedad voy a dejar a mi hija –se pregunta la protagonista- si no lucho por lo que es justo?

En este sentido la película tiene varias secuencias geniales precisamente en el ámbito familiar (la hija adolescente que apoya, anima y también discute con su madre, el marido que sabe ponerse en segundo lugar para que ella pueda sacar adelante el caso haciéndose cargo de la organización doméstica…)

Resulta curioso como el primer caso que sentó jurisprudencia en EEUU sobre la igualdad de género, se ganara por el caso de un hombre. Podrían tomar nota esa pequeña parte del feminismo (aunque hacen mucho ruido, esa es la verdad), que da por sentado que cualquier hombre es machista sólo por serlo.

Estoy de acuerdo con que la lucha debe continuar hoy en día (la brecha salarial es un asignatura pendiente vergonzosa), pero los nuevos terrenos de lucha por la igualdad son los relacionados con la conciliación. Si la mujer ha salido al mercado laboral y ha sido bueno, el hombre debe entrar en el hogar y será doblemente bueno. Palabras como reciprocidad, complementariedad y cooperación son el futuro para representar el feminismo real, el que de verdad necesitamos hombres y mujeres.

Esta lucha no es una cuestión de género. Es una cuestión de TODOS.

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