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Me llamo Gennet

Caratula de ""

Crítica

Público recomendado: Jóvenes y Adultos

El director Miguel Ángel Tobías nos ofrece una película que está a medio caballo entre el biopic de ficción y el documental. En realidad es una película de ficción interpretada en gran parte por la protagonista real de la historia, Gennet Corcuera. Gennet es una mujer sordociega que vive sola e independiente, tras terminar una carrera universitaria y conseguir un empleo. ¿Cómo es posible ese milagro? Eso es precisamente lo que nos cuenta el film, recorriendo su vida, desde su infancia pobre y solitaria en un centro de acogida de Etiopía hasta su llegada a España adoptada por Carmen Corcuera, una mujer que la conoció en una misión diplomática de su yerno en África. La película acompaña a Gennet también a través de su adolescencia, de sus problemas de integración escolar y de su difícil carrera universitaria. Pero el recorrido vital más interesante es el de sus vínculos afectivos. En primer lugar con su madre adoptiva, que encarna Miriam Díaz Aroca, y después con las diversas acompañantes y traductoras que le dan su tiempo y su amor a lo largo de su vida.

El guion de Tobías, Javier Quintanilla y Jon Ander Santamaría, además del valor testimonial que tiene al mostrarnos una vida extraordinaria, ofrece implícitamente un verdadero tratado de antropología. La película nos habla de la importancia de los vínculos para llegar a ser personas, nos indica la relación que tiene la felicidad con el amor, ahonda en el sentido profundo que tiene la comunicación humana y nos propone una interesante reflexión sobre la discapacidad, algo especialmente significativo en una sociedad cada vez más inclinada al aborto y la eutanasia.

La película resuelve bien problemas derivados de que la protagonista sea sordociega, como el hecho de que la narración se construye a partir de la voz en off de Gennet que está escribiendo sus memorias. De esta forma es ella misma quien relata sus experiencias y recuerdos frente a su ordenador, mientras nos va permitiendo, a través de flashbacks, reconstruir su historia.

 

Una película positiva, que no empalagosa; esperanzada, que no buenista; conmovedora, que no melodramática. Tan recomendable como La historia de Marie Heurtin (2014). Y como broche de oro, ofrece una mirada luminosa sobre la religiosidad y un retrato positivo de un sacerdote católico. Aire fresco.

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